Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.
Un espacio dónde crecer como esposos y padres, buscando la felicidad en pareja y en familia junto a nuestros hijos, Don de Dios. Oremos diciendo "Señor Padre Celestial haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor". Juan Pablo II
domingo, 2 de febrero de 2014
Oración a la familia por Juan Pablo II
lunes, 15 de abril de 2013
El amor, decisión o sentimiento
martes, 15 de noviembre de 2011
Tiempo para los hijos: calidad y cantidad
sábado, 11 de septiembre de 2010
La caperucita roja y el juicio de los niños
Nuestros hijos van creciendo no sólo en estatura sino también en juicio y reflexión. Llegará el día que ellos nos dirán cuán buenos padres fuimos y si nuestro “amor” por ellos fue la base de su formación. Reflexión de Alfonso Aguiló desde www.fluvium.org.
Leí no hace mucho un comentario interesante sobre el cuento de Caperucita Roja. Venía a decir que los niños de ahora reaccionan de forma distinta cuando escuchan la narración de aquel viejo cuento o cuando lo presencian en el guiñol.
Los niños de hoy piensan que la familia de Caperucita Roja no era nada ejemplar. Una madre que tiene a la suya, con tantos años, viviendo a muchas leguas de su casa es, para empezar, una mujer poco cariñosa. Una madre que permite que su hija, en este caso, Caperucita, se adentre sola en el bosque para llevar a la abuelita abandonada una cesta con un surtido de productos caseros es una madre egoísta y poco responsable. De haber tenido algo más de sentido común, habría acompañado a su hija en tan larga y arriesgada travesía. El lobo feroz hace lo que tiene que hacer. Recibe la información, se adelanta a Caperucita, se come a la abuela, que vive sola porque su hija no la quiere tener en casa, se viste con el camisón de la abuela, se ajusta su redecilla en la cabeza y se mete en la cama en espera de esa tontita que le ha dado todas las pistas. Y llega Caperucita y no reconoce a su abuela, y se cree que el lobo es la abuelita, lo que demuestra lo tonta que era la niña y lo poco que visitaba a su abuelita. Y el lobo se la come, porque se lo tiene merecido. Por eso, cuando el lobo se zampa a Caperucita, los niños de hoy aplauden a rabiar, hasta el punto que en los guiñoles suelen eliminar del cuento la figura del cazador que salva a ambas, porque no resultaría nada popular.
Se ve que a los niños de ahora les mueve poco el ternurismo o la moralina, y esperan, sobre todo, coherencia y sensatez. Los niños de hoy no perdonan a la fresca de la madre de Caperucita lo mal que se portaba con la abuela, porque a una madre no se la tiene enferma y sola en el bosque. Y tampoco perdonan el despiste de Caperucita, incapaz de distinguir entre una abuela y un lobo metido en la cama con el camisón y la redecilla de la abuelita.
Juzgarán a sus padres
Todo niño es, en principio, un poco psicólogo, que juzga a sus padres, y, en general, a todos los mayores. Los estudia y tantea sin cesar, y pronto determina cuáles son los límites de su poder y su libertad. Usa a este efecto todas sus pequeñas armas, principalmente, las lágrimas o los enfados. Una criatura de seis meses, por ejemplo, sabe ya leer en el rostro de su padre o de su madre para discernir lo que debe hacer o no, su aprobación o su desaprobación. Y, cuanto más se mima al niño, más indefenso se le deja, como hacía aquella mujer que dejaba a su madre en mitad del bosque y enviaba a su hija sola a visitarla.
Con el paso del tiempo, los hijos juzgarán con dureza el abandono que supone haberles mimado. Se dolerán de ese empeño en haberles ahorrado todo sacrificio, de haberles evitado tantas oportunidades de robustecer su voluntad. Por eso es tan importante no confundir lo que es objeto de nuestro cariño con lo que puede ser nuestra perdición. Los padres que, por amor ciego, por comodidad o por ingenuidad, han procurado satisfacer siempre los caprichos de sus hijos, pronto se encuentran con que no pueden con el caballo que no fue domado cuando era potro. Y lo peor es que entonces los hijos tienen ya edad para advertir el daño que les han hecho sus padres con tanta condescendencia.
Por fortuna, también saben valorar que se les haya educado en el esfuerzo y la exigencia personal, y lo agradecen a sus padres como un gran tesoro que les han legado.
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¿Eres un padre mimador o muy mimador?. Ten cuidado, tenemos tiempo de definir nuestro rol en el amor.
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
sábado, 4 de septiembre de 2010
el amor lo puede todo
¡Si tan sólo comprendiéramos que el amor es la fuerza que cambia todo y a todos!.Hoy compartía con un grupo de papás cuyas hijas se preparan para recibir por primera vez el sacramento de la Eucaristía este mensaje. Con amor todo puede cambiar en nuestras vidas. Reconocer nuestras debilidades para mejorar es parte de la vida del cristiano, más aún cuando son parte de aquella experiencia de la Primera Comunión de sus hijas.
Comprendieron también que no son meros espectadores del rito y la liturgia. El recibir a Cristo es configurar nuestra vida al camino de la felicidad. El amor se refleja en nuestros actos, actitudes y acciones. Entonces compartir la dicha de sus hijas es también reconocer que debemos ser mejores cada días más, mejores como seres humanos, como esposos, como padres, amigos y compañeros.
Estar en Cristo es saber que tenemos que proclamarlo, no sólo de boca, sino sobre todo con nuestros actos. Ser mejor en casa, reforzando la relación de esposos y de padres. Comprendamos que el motor y motivo de nuestra vida es Jesús que es el amor en plenitud. Dios es amor se nos recuerda en cada momento. ¿Qué falta entonces en nuestra vida para lograr ser imagen del amor de Dios entre los que más queremos?.
Hoy entendemos que son estos momentos oportunidades que Dios nos ofrece para darnos cuenta de cómo vamos en la vida y que con el amor de Dios podemos llevarla a la perfección que se refleja en la felicidad de todos. Hoy somos ejemplo de nuestros hijos, qué clase de ejemplo debemos preguntarnos en todo momento. Ellos van creciendo en la fe, cómo está nuestra fe. Ellos son conscientes cada día de lo que pasa en casa y en el mundo que nos rodea. Cuán conscientes somos como esposos y padres, como ciudadanos.
Llevar a Jesús desde hoy es el reto que se han hecho, es configurar nuestra vida a ser ese ejemplo de crecimiento y refuerzo de nuestra fe, ejemplo de paz y alegría, ejemplo de amor. Este corto animado que compartimos en la jornada nos habla del amor según San Pablo, lo más resaltante, que todo cambio es a través del amor. Este grupo de papás dijo SI SE PUEDE. ¿Te animas tú también?.
La canción, no hay paredes, de Jesús Adrian Romero es un mensaje sobre el compromiso de quien desea proclamar el amor de Dios, en todo momento, en todo lugar.
Que el Señor los Bendiga y los guarde...

martes, 24 de agosto de 2010
La Escuela para Padres
Interesante post compartido del Portal Encuentra, dándonos la razón de la necesidad que los padres estemos formados cada día como padres comprometidos con la felicidad de nuestros hijos. Autora: María U. de Gonzales.
"Nadie nace sabiendo ser padres". Esta realidad no ha de convertirse en un justificante, para evadir la responsabilidad de prepararnos cada día mejor como seres humanos y progenitores.
Más de una vez hemos escuchado la siguiente información: "nadie nace sabiendo ser padres". Esto es una realidad, pero solo en parte y no ha de convertirse en justificante para evadir nuestra responsabilidad; ha de ser punto de partida para prepararnos cada día mejor como seres humanos y progenitores.
La primera e indudable responsabilidad de traer al mundo a un hijo, es la de procurar formar personas íntegras e independientes a través de la educación, presencia y cariño de los padres. Ciertamente no es trabajo fácil y la desinformación llega a ser en muchos de los casos nuestro principal obstáculo. No basta con buenas intenciones o con la intuición con que hemos sido dotados gratuitamente para sacar hoy en día adelante moralmente hablando a una familia.
Son demasiadas las influencias de un ambiente negativo que hay que contrarrestar para convertirlas en herramientas de aprendizaje y crecimiento en libertad, voluntad e inteligencia que nos ayuden a luchar hacia un mismo frente: el de la dignidad de la persona humana.
Muchos nos preguntamos por qué hemos de prepararnos para ser padre o madre, si maternidad y paternidad son realidades naturales que como tales han de irse dando; es decir, naturalmente.
Hoy por hoy vivimos en una sociedad que influye directamente en nosotros y en nuestras familias. Ya no se desenvuelve la vida en hogares cerrados a sus miembros y a una pequeña comunidad vecina. La diversidad de criterios, valores, etc., cada día es más grande gracias a los medios de comunicación y entretenimiento. Intentar cerrarse al mundo, es tomar una medida irracional; pretender abrirse totalmente a él, es quedar totalmente desprotegido y vulnerable.
Los padres no hemos de sentirnos inseguros y solos en nuestra tarea educativa. Ejemplo y guía alimentados por el amor que les tenemos a nuestros hijos, son la mejor educación que les podemos ofrecer. Sin embargo, algunas veces el sentirnos incapaces nos motiva a delegar nuestra responsabilidad educativa a la escuela o centro educativo al que asisten los niños.
Papás del Colegio Ntra. Sra. de Lourdes de Arequipa
Uno de los principales objetivos de la paternidad responsable, es la de guiar y educar con autoridad y cariño a nuestros hijos, buscando que lleguen a convertirse en adultos autosuficientes, libres y responsables. Este objetivo determinará el cómo se les guiará y educará en el camino hacia su desarrollo y madurez. Para alcanzar este fin no hay como la prevención, la cual se logrará al prepararnos como padres, buscando los fundamentos y las bases para formar personas aptas que irán asumiendo su propio presente sin que los acontecimientos los tomen por sorpresa o desprotegidos.
Si nuestros hijos además de recibir una educación profesional son personas humanamente preparadas, raramente serán víctimas de las circunstancias, pues tendrán la fuerza y los conocimientos para tomar la vida entre sus manos, constituyéndose verdaderamente en dueños y señores de su propio destino.
Como padres y primeros educadores debemos prepararnos para:
- Proporcionar a nuestros hijos la educación que merecen; aquella que reconoce la dignidad de todo ser humano, tratándole como tal y enseñándole a vivir conforme a su propia naturaleza racional y espiritual. Es precisamente el hogar, primera escuela de vida y formación para la persona, donde se han de adquirir sólidos cimientos sobre los cuales la persona ha de ir consolidando la propia libertad que servirá de guía para formar su personalidad y carácter.
- Hogar y escuela es donde el niño pasa la mayor parte de su día. Es aquí donde principalmente aprenderá patrones de conducta, normas y valores que guiarán su vida. Por esto es sumamente importante que entre los padres y el centro educativo brinden un mismo marco de referencia evitando en lo posible criterios encontrados en valores fundamentales que puedan hacer sentir al niño desorientado o en el peor de los casos manipulado o engañado.
- Promover actividades que fortalezcan los lazos familiares y favorezcan la comunicación entre las diferentes generaciones dentro del hogar. Contrarrestar el ambiente negativo que irremediablemente dificulta la tarea educativa. Un ejemplo representativo de ello son los medios de comunicación y entretenimiento que en ciertos casos a través de la televisión, revistas, videos, etc., promueven propaganda que ridiculiza cualquier tipo de autoridad, así como los valores morales que ellos inculquen.
- Los padres debemos pues ser guías, maestros y amigos durante toda la vida de nuestros hijos, pero principalmente durante los primeros años de su desarrollo, crecimiento y aprendizaje a través de los cuales toda vivencia positiva o negativa marcarán definitivamente la forma cómo, ahora en su presente y posteriormente en el futuro, verán y afrontarán su vida.
Son consejos que pueden ser valederas en la medida que ese compromiso sea verdadero y ganado por el esfuerzo.
Que el Señor los Bendiga y los Guarde…
Luis Antonio
martes, 29 de junio de 2010
La pareja en la familia
La madre Teresa de Calcuta, al hablar sobre la FAMILIA opinaba: "Creo que nadie se da cuenta de lo importante que es la FAMILIA, si pudiéramos llevar de nuevo el amor a la FAMILIA, el mundo cambiaría?"
Mi nombre es Pablo y quisiera compartir con ustedes la experiencia y aprendizaje que tuve hace algunos ayeres, cuando todavía era soltero, joven y bello. En una ocasión, me invitaron a asistir a unas pláticas muy especiales e interesantes, fui acompañado por una chica llamada Norma, que en ese entonces era mi novia. Puedo asegurarles que la lección originada ese día impactó muchísimo nuestra vida.
No recuerdo con exactitud el tema tratado en esa ocasión, pero lo que sí tengo presente con mucha claridad es la dinámica que se aplicó aquí.
La persona que daba la clase nos pidió que nos sentáramos todos en círculo, y a Norma y a mí nos indicó que nos sentáramos juntos; entre bromas y risas obedecimos, a lo que la instructora comentó:
- "Bueno, supongamos que Pablo y Norma se acaban de casar".
Ambos nos miramos con los ojos muy abiertos y tragamos saliva.
Sin prestar mucha atención a nuestro desconcierto continuó:
-"Ellos han decidido construir su hogar, han establecido sus normas y comienzan una etapa de felicidad. Con el tiempo viene su primer hijo.
-Llamaron a uno de los jóvenes y le pidieron que se sentara entre nosotros
- Norma y Pablo le dan la bienvenida a su hogar y le tratan con mucha ternura y cariño.
Pero, como suelen ser las cosas, tienen entonces a otro hijo
-Pidieron a otro de los jóvenes que se sentara al lado de su ’hermano’, entre nosotros
- La FAMILIA va creciendo, y tienen buenas normas. Los chicos se tratan con mucho cariño y los papás vigilan que no haya riñas entre ellos. Son muy buenos padres y literalmente dedican su vida a ellos.
Norma y yo nos vimos en esa ocasión muy productivos, porque tuvimos unos tres o cuatro hijos más. En cada ocasión pidieron a alguno de los jóvenes o jovencitas que se sentaran en medio de nosotros para darles la bienvenida.
-"El tiempo pasa -continuó la instructora- y llega el día en que los hijos hacen su propia vida. Primero, Julio se casa y forma su propio hogar ("Dejara el hombre a su padre y a su madre") ¡Vamos, déjalos, Julio!, ahí deja tu silla’".
Julio, nuestro primer ’hijo’, se levantó y ocupó su nuevo lugar.
-"También Marthita y Linda encuentran buenos partidos y se casan".
Las chicas se levantaron y dejaron su lugar.
Así cada uno de nuestros hijos se fue ’casando’ y dejando sus sillas vacías.
Cuando todos hubieron terminado de irse, la instructora hizo una pausa y luego dijo:
-"Ahora vean todos la distancia que ha quedado entre ellos?"
-Y calló nuevamente-.
Efectivamente, había entre nosotros una distancia enorme de sillas vacías. A mí me pareció kilométrica!!!!!!!!!!!
Muchas preguntas surgieron en mi mente ¿Que pudo haber causado ese hueco enorme?
Como si leyera mi mente, la instructora respondió entonces algunas de las preguntas que se formulaba dentro de mí.
- "Pablo y Norma han cometido un gran error, ya que han permitido que sus hijos se interpongan entre ellos. Y ahora que están de nuevo solos, si acaso, tendrán que empezar desde el principio". ¿Que habíamos hecho mal? ¿Acaso no nos habíamos dedicado con fervor a nuestros hijos? ¿O era ese el centro mismo de la construcción de una FAMILIA?
La instructora nos explicó el error de darlo todo por nuestros hijos. Explicó que la base del fundamento del hogar no son los hijos, si no la pareja y que ésta debe permanecer unida contra viento y marea.
De hecho, el mejor regalo que se puede dar a nuestros hijos es el hecho de saber que sus padres se aman y que permanecen unidos y ellos aprenden a amar en función de cómo aprenden que se aman sus padres.
Si los padres no salen juntos, si no se siguen cortejando con frecuencia, si no se hablan con ’tiernos acentos’ y si no se comunican entre ellos de manera frecuente y especial, es escasa la probabilidad de tener hijos espiritual y emocionalmente estables y, cuando ellos partan de casa, nos encontraremos incomunicados y encontraremos a nuestra pareja a una enorme distancia, sin saber del todo como recuperar lo que nuestro propio descuido ha dejado que se pierda con los años.
Y no es egoísmo, por el contrario, es un seguro de vida para ellos y para nosotros mismos.
¡Primero la pareja!
Son los hijos los que deberán acomodarse. La vida FAMILIAR tendrá que girar no en torno a ellos, sino en torno de los padres.
Los padres deben recordar que una relación de verdadero amor con su pareja es el mejor regalo que puede darles, y su principal prioridad, y su mayor herencia, y la forma de enseñarles a sus hijos a amar y de garantizar así su verdadera felicidad, temporal y eterna.
Ellos se escogieron primero, ellos dan la bienvenida como invitados a los hijos.
El día de hoy, estoy aplicando todo esto que aprendí con mi novia actual. Mi única novia, gloriosa, infinita y eterna. Ella es mi esposa.
Es más fácil darlo todo por los hijos cuando uno sabe amar y darle su lugar a la pareja, cuando tenemos los espacios necesarios para platicar, compartir y estar juntos.
Nuestra pareja es la fuente de donde uno puede extraer todas las fuerzas, alimentarse y dar fuertes y sanos frutos cada día.
Lo más importante para la sociedad debe ser la FAMILIA, porque es indispensable para crear una sociedad llena de plenitud y armonía.
Juntos subimos la cuesta de la vida. Juntos estuvimos siempre en el dolor y en la alegría. Paseamos de la mano por los jardines floridos de la primavera. Dormimos junto al fuego en los inviernos. Unidos vamos hacia lo invisible
Tal como lo cuenta, la dinámica nos muestra con exactitud de lo que sucede en muchas parejas que se olvidaron de ser esposos para terminar siendo solamente padres. Olvidamos de ser galantes los varones y de responder a esa galantería las esposas. Olvidamos de los detalles ambos. Olvidamos las fechas importantes de la pareja – aniversario de bodas, de noviazgo, de conocerse, del onomástico!!!!! – para estar atentos a las “necesidades” de los hijos o de los gastos de la familia…
Amar es perdonar, perdonar es amar
Tenemos aún el tiempo para retomar esas “pequeñeces” que hacen grande a la pareja. Pero, existe un paso previo, pienso yo, de pedirnos perdón por todas las veces que dejamos de ser pareja, de ser esposos. Sí lo podemos hacer…
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
sábado, 5 de junio de 2010
El matrimonio: qué es y qué no es
QUÉ ES
Es la unión de hombre y mujer concertada de por vida, mediante determinadas costumbres, ritos o según la ley, y que confiere a ambas personas interesadas en la unión determinados derechos y obligaciones. Esto nos dice, más o menos, la mayoría de los diccionarios consultados. Examinemos lo que creemos que es el Matrimonio.
En todas las épocas y culturas se ha tenido conciencia de la grandeza del matrimonio, relacionándolo con las más hondas aspiraciones humanas, y con el verdadero amor entre dos personas de diferentes sexos: hombre y mujer, los cónyuges.
La unión conyugal procedente del amor de hombre y mujer, corresponde a la propia naturaleza humana, que ha sido siempre universal y permanente.
Esta intima comunidad de vida y amor, alianza matrimonial entre hombre y mujer, no es una creación humana. Desde la creación del hombre (las personas: hombre y mujer) por su Creador, ya se inscribe el matrimonio en la misma naturaleza de ambos. Podemos decir que era congénito en su naturaleza a través del amor. Y todo esto, a pesar de las diferentes formas externas que por diversidad de culturas, hábitos sociales o creencias espirituales, no han mermado la estructura interna de lo que es, y sigue siendo, el vínculo matrimonial de uno con una y para toda la vida.
Básicamente, la antropología en general, (y especialmente la cristiana), nos muestra el matrimonio como una pareja (hombre y mujer) creada a imagen y semejanza de alguien superior.
La cultura judeocristiana, nos lo muestra a semejanza del amor trinitario de su Creador (que los ha creado por Amor), con la dignidad de persona, y capaz de amar y ser amado.
Ambos son iguales en su dignidad de persona, y a la vez distintos en su condición sexuada.
En esta distinción es condición de la persona entera, que da lugar a dos modos diversos de esta condición: masculino y femenino, pero igualmente originarios.
En este ser iguales y distintos, en esta diversidad, donde cada cual por amor, se reconoce otro yo a quien es posible amar, es donde nace la complementariedad.
En virtud de esta complementariedad natural, aparece la atracción mutua hombre-mujer, a través del amor, la creación de un vínculo indivisible de ser “una sola carne”, que les exige una donación que produce una fidelidad exclusiva y perpetua, en aras de una posterior y posible fecundidad familiar.
El pacto matrimonial es imagen visible y natural, grabada en la naturaleza humana desde su origen, de la comunión de amor en la vida íntima de Dios, y reflejo del amor de Él por el hombre.
Es más, el amor conyugal tiene como ejemplo de donación mutua a perpetuidad, el de la caridad y donación que Dios tuvo por los hombres en la cruz.
QUÉ NO ES
La naturaleza del Matrimonio nunca ha dependido del arbitrio de las personas, ni del azar, ni tampoco del querer cambiar los rasgos comunes y permanentes que siempre lo han caracterizado.
En los dos últimos siglos, ha ido paulatinamente creciendo el olvido de las personas en relación a su fin trascendente en la vida, se ha perdido la visión de Dios, como fin ultimo de la existencia del hombre.
El hombre deja de creer que la salvación de la sociedad humana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar, según diseño de su Creador.
La ignorancia, ideologías erráticas y la debilidad del hombre, deforman la institución matrimonial, oscureciéndose paulatinamente sus fines, y tratando de convertir la unión conyugal en todo lo contrario de lo que es.
A pesar de la ignorancia y errores del hombre, no se entiende la crisis matrimonial y familiar de hoy día, y especialmente en países de Occidente, de tradición cristiana, si en principio no se acepta que el hombre, paulatinamente, se ha ido alejando de DIOS.
Como consecuencia de esta separación, el pecado, el mal se apodera de la persona. Su debilidad natural le impide ver y disfrutar del Bien. Carece de apoyo moral.
En este contexto, el amor conyugal, en cuanto a su realización en origen (explicado con más profundidad en La Unión Conyugal), cuesta esfuerzo y ayuda, y por tanto no hay lucha para mantener su fidelidad y perpetuidad.
El significado reciproco de donación no se vive materialmente, porque fatiga el vivirlo.
La donación remueve en terrenos del espíritu, y no de lo material o sensual, donde aparecen, en las relaciones entre ambos, factores diversos de tensión y distorsión.
El vivir en donación y comunión constante se debilita cuando falta la generosidad mutua, el aumento del egoísmo y la soberbia de valerse por si mismo unilateralmente. La falta de ver el Bien, por los graves errores de las personas, nubla el alma espiritual de cada cual.
Finalmente aparece, alimentado por nuestras tres concupiscencias, el temor, el agravio reciproco, el espíritu posesivo, las discordancias de gustos y pareceres, la soberbia y el mal entendido orgullo, deseos arbitrarios generalizados, las infidelidades, posibles agresiones……
No se podrá entender el Matrimonio en toda su extensión si no se contempla que dentro del Amor, también existe la entrega, el dolor y el sacrificio, que ayudan a fortalecer el fin trascendente al que estamos llamados.
Una vez perdida esta visión trascendente de lo que es el amor conyugal, estamos abocados a. terminar perdiendo su verdadera naturaleza.
Isidoro Tapia. Escuela de Familia
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Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
Familias a la deriva
La familia ha sufrido, y sufrirá en el futuro. Pero ha demostrado que ninguna tempestad puede con ella. Hoy en día, sufre no pocos envites, pero el optimismo ante la pervivencia de esta institución invita al optimismo: saldrá airosa. El deseo es que el «túnel» por el que atraviesa ahora, en España y en nuestro entorno, dure lo menos posible, porque ahora mismo navega a la deriva.
La familia está enferma. Incluso puede hablarse de pandemia. Si alguien puede poner en duda esta consideración, que defienda ante los micrófonos que le parecen un logro social los 95.000 abortos legales o los 150.000 divorcios contabilizados en España en 2006, o una ínfima tasa de natalidad de 1,3 —a la cola mundial—, o el pánico de muchos a contraer matrimonio por la inseguridad que se fomenta, o que seamos el país del mundo con mayor tasa de embarazos en menores de edad —la niña embarazada en León con 11 años ha alarmado socialmente-, o el olvido que sufren muchos abuelos, o la legalización de la unión de homosexuales como matrimonio —somos tan originales en España que prácticamente nadie nos ha seguido en ese «nuevo derecho»—, o los desajustes emocionales y psíquicos que sufren cientos de miles de españoles por una situación familiar a la deriva.
Deliberadamente he escrito el párrafo anterior muy extensamente. Sin el fin de recordar desgracias, el auténtico mal de las familias ahora es que hay una campaña para hacernos creer que la familia no está enferma, sino solamente que se está modernizando. Líderes culturales y políticos desean «contentar» con facilonería a los ciudadanos, y de paso consiguen mayor manipulación bajo el lema del «todo vale».
Modernizar no es intentar desfigurar la familia ni experimentar superficialmente en semejante aventura humana, que tanto tiene que ver con la felicidad. Modernizar es asumir los cambios sociales, integrarlos con respuestas actuales en el contexto familiar y asimilar avances reales. Avances reales son la dimensión laboral de la mujer —pendiente de muchas mejoras— y reclamar a los varones que se preocupen más del hogar.
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Artículo tomado de Javier Arnal. ConoZe.com
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Aquí en Perú la familia sigue ese lánguido camino a los clichés de modernismos que tratan de minimizarla en su función de primera escuela e iglesia, modo y medio de formación humana. Hoy debemos estar atentos a estas “modas” que la desvirtúan. Como dice Javier Arnal en su interesante artículo, al final de la tormenta la familia seguirá ahí. Lo difícil y responsable de nuestra parte es saber lidiar la tormenta. Un ejemplo: como padres y esposos estar al día en el conocimiento informático y de redes sociales, por nombrar uno.
Que el Señor nos bendiga y nos guarde…
Luis Antonio
sábado, 15 de mayo de 2010
Todos somos líderes, especialmente los padres
Al nacer más del 80% de las personas podría ser líder; en función de la educación recibida el porcentaje queda en un 30%. Es un hecho comprobado que los primogénitos tienen más probabilidades de ser líderes: la mitad de los presidentes de EE. UU. han sido primogénitos y entre los líderes de empresas el porcentaje de primogénitos es alto.
Es normal que el hermano mayor haya tenido mayores responsabilidades dentro de la familia, más oportunidades de tomar decisiones, encargos, delegación de autoridad, oportunidad de prestar servicios.
“El liderazgo no es un evento, es un proceso reflexivo y practicado. Es un producto de una Pedagogía de Liderazgo” (Joan Ginebra).
Características
(Según Joan Ginebra)
- Alaba en público y reprende en privado.
- Sabe escuchar, confía en los demás y da confianza.
- Arrastra, no empuja.
- Presta atención a lo grande y a lo pequeño.
- Sabe delegar, dejar hacer, convencer.
- Sabe crear núcleos de compromiso, sabe escuchar a su gente.
- Ninguna oportunidad es insignificante.
- Es un repartidor de esperanza.
- Sabe ganarse el respeto de los demás.
- Un líder sabe motivar a las personas en positivo.
Consejos
- Dale mucha importancia a todo lo relacionado con el control de los propios sentimientos y el conocimiento de los de los demás, a la capacidad de perdonar, de agradecer, de ser amable.
- Estudia los puntos fuertes de cada uno de tus hijos y poténcialos.
- Crea en casa la sensación de que toda persona tiene algo excepcional que puede enseñar a los demás.
- Promueve los valores propios de los auténticos líderes, siendo consciente de que no todos responderán de la misma manera a los mismos estímulos (al final).
Esquema de actuación con ejemplos:
- Entre 0 y 4 años: Promover un ambiente seguro, alegre y amable. Prestar especial atención al desarrollo correcto de la afectividad, pues tener empatía es una característica propia del líder. El niño de esta edad que no reciba suficiente cariño es fácil que no aprenda.
- Entre 5 y 7 años: Cuidar los hábitos buenos (repetición de actos buenos, conscientes y libres que se convertirán en virtudes al llegar el uso de razón). Generosidad, hablar en público, responsabilidad, esfuerzo, lucha contra la timidez, control del temperamento.
- De 7 a 12 años y en adelante: prácticas de liderazgo: ayudar a sus hermanos, cuidar a un pequeño, dirigir a un grupo de amigos para una actividad, llamarlos, teatro, planificar y dirigir una excursión, adquirir un compromiso y cumplirlo, tomar decisiones en temas familiares y personales, resistencia, sacrificio, solidaridad, laboriosidad y afán de superación.
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Artículo perteneciente a Maite Mijancos, Directora del Instituto Europeo de Estudios de la Educación
Un artículo que espero nos haga reflexionar acerca de nuestro liderazgo dentro del hogar
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
Día internacional de la familia
El 15 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Familia, según resolución de las Naciones Unidas del 20 de septiembre de 1993. Es una ocasión para reflexionar sobre la importancia de la institución familiar para la sociedad. De la unidad y armonía que reine en la familia depende, en gran medida, la estabilidad emocional de los niños. Los hijos necesitan ver que sus padres se aman, se comprenden, se apoyan. También verán que tienen sus desavenencias, pero que saben resolverlas, y que saben perdonarse.
Sobre la vida de Eliezer Ben-Yehuda, el fundador de la lengua hebrea moderna, se cuenta una anécdota muy ilustrativa sobre la importancia que los hijos conceden a la vida de su familia. Ben-Yehuda se había propuesto hablar únicamente en hebreo en su casa, a pesar de que esa lengua prácticamente no se utilizaba en la vida cotidiana. Para él y su esposa era bastante difícil; era como hablar habitualmente en una segunda lengua, y muchas veces tenían que recurrir a los gestos para hacerse entender. Cuando nació su primer hijo, Ittamar, Ben-Yehudda insistió en que solamente se le hablara en hebreo; el niño oía a su alrededor otras lenguas, y a consecuencia de este ambiente lingüísticamente confuso, no pudo hablar sino hasta los cuatro años. Se cuenta que la primera frase que pronunció, en hebreo, fue “no peleen”, dirigida a sus padres, cuando estos discutían frente a él.
En todos los ambientes y tiempos es y será así: los hijos crecen bien, espiritual y psíquicamente, cuando en su hogar reina el amor. El dinero y las comodidades son secundarios. Sin ellas se puede sobrevivir; pero sin amor, no. ¡Cuántos niños deambulan por ahí, sin saber encontrar un sentido a la vida, porque sus padres los aman por separado! Tienen que partir su corazón, para amar a su madre y a su padre… No comprenden por qué no pueden perdonarse, por qué tanto rencor… El daño que se hace a estas criaturas es inmenso, y sus consecuencias sociales son incalculables.
El mayor bien que podemos desear a nuestros lectores de Esposos y Padres es el de la unidad familiar.
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Mi familia: mi padre, mis hermanos, yo con mis hijos
Luis Antonio
sábado, 17 de abril de 2010
Es tiempo de cambiar
Familia, escucha la canción y hazla realidad en ti, en todos los que amas.
Es momento de recapacitar y tiempo de cambiar… es la oportunidad que se nos presenta el día de hoy, un recordatorio fantástico que no debemos dejarlo pasar.
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
27 consejos para ver televisión
Reproducimos este documento elaborado por FEDEPADRE porque estimamos que es de sumo interés: la lectura de estos 27 consejos nos puede hacer reflexionar sobre el buen uso de la televisión. Si lo seguimos, lograremos que la televisión sea un medio eficaz de información, formación y entretenimiento.
1.- Los hijos deben ser enseñados por sus padres, tanto a ver espacios televisivos gratificantes y enriquecedores, como a no ver aquellos que le puedan degradar en su dignidad humana. Si los padres no enseñamos a ver televisión a nuestros hijos, ¿quién lo hará?.
2.- Tenemos que enseñar a los hijos a que no hay que “ver televisión”, sino que hay que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y discriminación, que nos habilitará para ver aquello que nos conviene y no mirar aquello que no nos conviene.
3.- Para crear un criterio de selección en el momento de ver televisión, debemos evitar tener encendida la televisión, cuando no hay nadie viendo un programa determinado.
4.- Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el mando a distancia. El “zapping”, o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección.
5.- Nuestros hijos no deben tener un aparato de televisión en su habitación ya que no sabemos lo que seleccionan y ven, incentiva el aislamiento, puede provocar una adicción a la televisión y es contrario a la vida de familia.
6.- Es conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene “su lugar” en vida familiar, junto a otras actividades.
7.- No use la televisión como una "niñera electrónica", dado que ella no cuida verdaderamente a nuestros hijos, especialmente si los dejamos ver "lo que están dando". Cuando ambos padres trabajan, este criterio es especialmente importante.
8.- La capacidad de imitación que tiene el niño debe ser orientada hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares y no hacia "héroes imaginarios", o personajes de poca ejemplaridad.
9.- Echarle la culpa a la televisión es la salida fácil. Los padres no debemos abdicar en la lucha para que en casa se vea buena televisión, teniendo siempre presente que nos corresponde a nosotros el deber y la responsabilidad formativa de nuestros hijos.
10.- Si puede, es muy conveniente que los padres acompañen a sus hijos a ver la televisión. De esta forma podremos conocer directamente los efectos que producen en nuestros hijos los programas que ven.
11.- No todos los programas dan lo mismo. Debemos preferir que en lo posible nuestros hijos vean aquellos espacios que tengan que ver con el desarrollo de valores, amor a la naturaleza, ocupación positiva del tiempo de ocio y cultivo de la cultura, a aquellos programas insustanciales o superficiales.
12.- No conviene dar por sentado que todos los programas llamados “infantiles” tienen un contenido adecuado. Los padres debemos orientar a nuestros hijos en este sentido, lo que nos obliga a informarnos adecuadamente al respecto.
13.- Los padres debemos informarnos del contenido de los programas de televisión. Cualquier espacio que incluya erotismo, sexualidad, violencia, maldad, permisividad, delincuencia, racismo, etc..., no es apto para niños. Y los padres deben saberlo, y evitar que sus hijos los vean. Para lograr esto, se pueden consultar las guías de calificación de la programación de la televisión o información adicional.
14.- Hay que tener presente que los hijos deben aprender los valores morales antes que nada en el ámbito de la familia, y en la convivencia con los demás, y no en los personajes y acciones de la televisión.
15.- Los padres de familia deben esforzarse por buscar alternativas a la televisión: deporte, visitas a museos y parques naturales, sesiones de teatro, proyección de videos, fomento de conversaciones familiares, y prácticas de acciones solidarias a favor de los demás.
16.- La "cultura de la imagen" debe llegar a los niños por medios que no sea exclusivamente la televisión, es decir, por fotografías, exposiciones, mapas y lectura.
17.- Inevitablemente habrá contenidos televisivos contrarios a los valores familiares. Es por ello que los padres debemos fomentar que los programas sean analizados y hablados en familia. Esto no sólo enriquece a todos, sino que es una muy buena manera de dar un apoyo concreto a la educación de nuestros hijos, evitando que arraiguen malos contenidos televisivos en ellos.
18.- Las familias, poco a poco, pueden crear una videoteca con películas y documentales de interés para los niños.
19.- Los anuncios publicitarios pueden ser tan peligrosos como los malos programas de televisión. Los padres debemos estar muy atentos para que la televisión no convierta a nuestros hijos en personas superficiales o consumidoras de todo lo que se anuncia. Nunca hay que hacer caso de la publicidad de jugos que inciten a la violencia, a la discriminación, sexo y racismo.
20.- Ver o no ver televisión no debe convertirse para los niños en un premio o castigo.
21.- Los padres de familia, deben iniciar a sus hijos, según su edad y desarrollo, en una positiva y prudente educación sexual, que evite que una imagen distorsionada de la mujer y del sexo les sea trasmitida, poco a poco, por medio de la televisión.
22.- Los padres de familia debemos luchar para que cualquier espacio de televisión infantil, estructurado sin ética, sin respeto a los valores y a los derechos de los niños, sea retirado de la parrilla televisiva. La mala televisión infantil, o “programación basura” tiene su origen en el menosprecio a la dignidad del niño como persona.
23.- No debemos dejar que nuestros hijos vean televisión basura. Si estos programas de televisión son vistos por nuestros hijos, confundirán la realidad con la ficción, se desorientarán al valorar el sentido de la vida, e irán deformando su propia conciencia. Transigir con la mala calidad de aquellos programas de televisión inadecuados para los niños, dejándolos que los vean, equivale a transigir y hacerse cómplice de lo que distorsiona los valores y los derechos de la infancia.
24.- Los padres de familia debemos organizarnos para exigir una televisión, en horarios infantiles. Las actitudes groseras, los hábitos y comportamientos antisociales, las obscenidades del lenguaje, la pérdida del sentido de la autoridad, la vulgaridad y la frivolidad, la apología subliminal o directa de conductas reprochables, y cualquier menosprecio a la vida humana, deben ser erradicados, especialmente de los espacios que tengan a los niños como destinatarios.
25.- Ante una programación infantil con baja, discutible y reprobable calidad, los padres de familia pueden realizar una crítica constructiva en aquellos soportes o medios de comunicación que estimen más adecuados. Asimismo, debemos incentivar una buena televisión, resaltando sus buenos programas.
26.- Los padres de familia y educadores deben hacer comprender a los niños que la televisión no es imprescindible ni el único medio para llenar su tiempo libre.
27.- El ejemplo resulta una terapia eficaz. Si los padres ven mucha televisión, o televisión de mala calidad, ¡con qué criterio van a evitar que sus hijos vean aquellos programas negativos para ellos!.
FEDEPADRE es una asociación que reúne a más de 150.000 familias de Chile. Nació con el objetivo de apoyar a los padres y madres en diversos temas vinculados con la educación y la formación de los hijos y, en especial, en torno a los medios de comunicación.
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Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
Cuidemos a nuestros hijos
Este video dice todo lo que tenemos que tener en cuenta sobre cómo proteger a nuestros hijos de los predadores sexuales.
Seamos parte de esta campaña contra el abuso sexual infantil, venga de donde venga. Recordemos que la familia es el primer espacio de prevención, basados en una acertada comunicación, confianza y amistad entre padres e hijos evitaremos que nuestros hijos sean presa de esta gente enferma.
La amplitud del internet hace que se convierta en un espacio donde nuestros hijos pueden ser parte del comercio pornográfico. Parte de nuestra labor en casa es supervisar las páginas que visitan nuestros hijos, los amigos del chat, etc.
¡Estemos alertas!
Que el Señor nos proteja y nos guarde…
Luis Antonio
¿Estamos criando irresponsables?
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para que vayan a la escuela. Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono o conectados al Internet.
No se ocupan de que su ropa o su cuarto estén limpios y mucho menos mueve un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'. Para eso hay gente que lo hace.
Creen que es obligación darles su semana o mesada y aparte se quejan porque no les alcanza.
Los padres se sientes rendidos y aceptan estas actitudes en un mal entendido amor por los hijos. La tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles, para que su sueldo les quede "libre".
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen el peor daño para esta generación.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; los varones ayudaban en las tareas del hogar, hacían arreglos en la casa, las mujercitas aprendían a cocinar, a administrar un hogar, todo esto, aparte de su responsabilidad en la escuela. Posteriormente, muchachos y muchachas jóvenes salían a trabajar.
A esa generación, los padres les inculcaron el amor por el estudio, por el trabajo y les enseñaron el valor de la RESPONSABILIDAD. Los prepararon para la vida.
Lo que ha pasado con las últimas generaciones, es que los padres se tomaron en forma equivocada un discurso que NO DIO RESULTADO:
"Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé".
¿Porque ahora es tan malo para los padres enseñar a trabajar a los hijos?. ¿Porque están obsesionados con evitarles pasar trabajos?. ¿Será que el trabajo se ha convertido para los padres en un factor negativo?.
A raíz de ese equivocado discurso, estos muchachos nunca conocieron la escasez, nunca han sido conscientes de que el bienestar se logra con trabajo. Se criaron desperdiciando. El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido y ellos aprendieron a vivir en una pensión en donde sin esfuerzo, tuvieron todo incluido, mientras los padres ingenuamente batallaban por aparentar que eso era un hogar.
Estudiaron en el exterior con el dinero de sus padres y regresaron orgullosos con la conquista de una pareja, pero terminaron volviendo al hogar, con un divorcio a cuestas porque la cosa 'se les apretó' en su nueva vida, las responsabilidades los ahogaron y simplemente, ellos no fueron criados para pasar trabajo, ni para enfrentar las adversidades. Por ello, en cuanto un proyecto se pone difícil, la solución es abandonarlo.
Sus padres que siempre les quisieron evitar el trabajo, los convirtieron en inútiles.
Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros, a lustrar los zapatos o a pintar la cerca. Un pago simbólico por eso va a construir en sus mentes una relación entre trabajo y bienestar. El dinero no se da a los hijos solo porque sí.
Los padres deben fomentar en sus hijos desde temprano el sentido de responsabilidad acorde a su edad, para que entiendan que la economía doméstica puede pasar por tiempos difíciles y que todos los miembros de la familia deben contribuir de una u otra forma a ella. Con ello, les estamos fomentando CONCIENCIA.
Imagine que usted falta hoy a sus hijos, no importa si les deja la fortuna más grande o los negocios mejor establecidos. Si no les ha enseñado a trabajar, no tendrán idea de cómo administrar esos bienes, no tendrán conciencia del valor de ese dinero, por lo que ese patrimonio seguramente se dilapidará.
Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente el camino fácil como padres fue darles todo lo que pidieron, creyendo que existe una relación entre lo que les compramos y el amor que nuestros hijos "deben" sentir por nosotros a cambio de ello. Nada más alejado de la realidad. Les estamos creando un entorno cada vez más deformante.
¡Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos en formación' pues ya los abuelos pagaron la transición... ¡
!Hagan de sus hijos personas fuertes, independientes, capaces de sobresalir en la adversidad!
¡PREPARENLOS PARA LA VIDA!
Cesar Mella. Psiquiatra
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Tomado del Boletín de la Asociación Familia Hoy.
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Que el Señor los Bendiga y los Guarde…
Luis Antonio
domingo, 11 de abril de 2010
Padre, hoy terminó mi matrimonio
Este es epistolario entre una mujer que habla de cómo su matrimonio terminó, lo que siente, sus pesares y miedos, y el sacerdote que le ofrece una repuesta esperanzadora pero a la vez firme y precisa según nuestra fe y el hecho de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo.
Muchas veces hemos sido testigos de historias como éstas. ¿Quizá hemos sido parte de una historia similar?. Lo importante es entender lo que se nos propone y el ideal de matrimonio por el que tenemos que luchar. Sé que es muchas veces difícil, pero no imposible.
Como esposos hemos pasado etapas de nuestro matrimonio de oscuridad y desconfianza, cosas por la que nos hemos arrepentido y seguimos adelante con la satisfacción de haber logrado logrado salvar aquella valla.
Leamos estas dos cartas e identifiquemos tanto los errores que como pareja podemos cometer. Más importante, hagamos nuestro el mensaje de esperanza que Padre Sergio nos ofrece a la luz del amor y el amor de Dios por nosotros.
Esta lectura está tomada de Católicos Hispanos…
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Estimado padre:
Hoy terminó mi matrimonio y tristemente no pude hacer nada para evitarlo. Él me culpa de no haber luchado lo suficiente para salvarlo. Mi inseguridad y mis celos echaron todo a perder. El intentarlo una y otra vez sólo me ilusionaba y, al final, terminaba otra vez herida y sufriendo muchísimo por recuperar el amor de mi esposo.
No fue posible; tampoco él no hizo nada para recuperar la confianza que se perdió, ni para ayudarme a creer otra vez. El amor que siento por él es más grande que nada en la vida, pero también el dolor y las heridas son muy profundas; todas sus palabras me han humillado, se ha burlado de mí, me ha utilizado, y sólo para vengarse por no haberle dado un hijo cuando quería.
Hoy sólo me queda esperar el consuelo de Dios y la resignación para superar esto que me está matando de dolor. No sé qué hacer, cómo le digo a mi hijo de ocho años lo que está pasando, no sé cuándo sea el momento y cómo decirle que por mi culpa no voy a darle el hermanito que tanto deseaba, ya que por eso se esforzó para hacer su primera comunión. Además, ya tiene una hermanita de dos años, pero es de otra mujer, pues fue la venganza de su papá por no aceptar que yo no le diera un hijo —en su momento se lo expliqué, pero nunca entendió mis razones y me ha cobrado muy caro ese error—. Y a pesar de haber perdido un bebé, después de todo esto, lo culpo a él por haberme hecho enojar al irse con otra, sabiendo que estaba embarazada, y fue tanto mi enojo que aborté el dos de marzo del año pasado.
Ayúdeme padre, estoy totalmente desconsolada, desilusionada, se me va la vida, busco la forma de reponerme y no encuentro nada que me consuele. Veo a mi hijo y sufro más, le pido que por favor me conteste. Sé que no es posible recuperar mi matrimonio pues está muy deteriorado, desgastado por las mentiras, las ofensas y todo lo que hemos vivido. Quisiera pedirle a Dios que me devuelva al hombre del que me enamoré hace 11 años, con el que me casé enamorada para toda la vida, pero ya no puedo vivir así, sé que no es sano para nadie, y mas porque él ya no quiere nada conmigo, está harto de mi, de mi llanto cada vez que hablamos, de las discusiones, pero aún lo amo profundamente.
Le pido a Dios consuelo y que me reconforte de este dolor, que me lo saque del alma y me haga olvidarlo. Por favor padre, interceda por mí, que rectifique su actitud, que busque a Dios, que le ablande el alma, que lo deje entrar a su corazón y que le permita tener paz para que ya no le siga haciendo daño a nadie.
Ahora que mi hijo va a hacer la primera comunión, quizás Dios nos ha mandado muchas señales para rectificar nuestra vida, pero cómo podemos acercarnos a Dios si estamos separados. El sábado nos pidieron que acompañemos a una pareja como padrinos de velación en su boda, ¿cómo hacerle, qué hago padre?, yo estoy en la mejor disposición de aceptar la voluntad de nuestro Señor, pero ayúdeme a entender con sus oraciones y a saber qué hacer en estos casos. Espero su respuesta y discúlpeme por tantas molestias, gracias por atenderme.
Mi querida amiga:
El ideal de un matrimonio para siempre
Cuando un hombre y una mujer se presentan ante el altar para unir sus vidas, lo hacen para siempre, hasta que la muerte los separe, en la prosperidad y en la pobreza y en la salud y en la enfermedad. Ese es el ideal y no es inalcanzable, con la ayuda de Dios.
Los sacerdotes celebramos con relativa frecuencia bodas de plata y de oro, y damos gracias a los esposos por haber sabido ser signo del amor de Cristo a su Iglesia. El amor de Cristo no es voluble, es para siempre, pero también constatamos el divorcio, la separación, el abandono, el dolor de la infidelidad.
Un matrimonio ideal, para siempre, exige un gran esfuerzo sostenido de los esposos por seguirse amando cada día y supone, en el plan cristiano, una apertura a la gracia que Dios da a los esposos.
El egoísmo es el principal enemigo del amor conyugal. En el momento en que un cónyuge antepone su conveniencia a la de la familia, en ese momento fracasa el matrimonio. ¡Es difícil que dos sean uno!
La posibilidad del divorcio, en lo civil, facilita el abandono del empeño en salvar las dificultades que se van presentando a lo largo de la vida matrimonial, a pesar de que ambos esposos, cuando se casaron por la Iglesia, aceptaron que su matrimonio sería para siempre. Hacer fracasar un matrimonio por intereses propios denota, a fin de cuentas, falta de fe.
¿Celos o dignidad?
No te sientas culpable de haber hecho fracasar tu matrimonio. Posiblemente tengas tus defectos, pero no es un defecto exigir fidelidad al esposo. No son celos el enojo de una esposa cuando constata que ha sido engañada y rechaza al marido infiel: ¡es dignidad!
No se puede tolerar el compartir al esposo con otra mujer. Lamentablemente la pérdida de valores hace que se acepten situaciones injustas y se aprenda a vivir en la injusticia.
Conozco a una esposa que sabe que su marido tiene no una, sino varias amantes permanentes y, cuando le decimos que no acepte esa situación, nos contesta que a ella no le importa ¡que tiene el orgullo de haber sido la primera! Otra pobre mujer soporta que el marido le haya llevado a vivir a la amante en su misma casa, porque no tiene dinero para sostener dos casas. ¿Eso es amor?
El matrimonio exige exclusividad, por más que la vida moderna nos quiera hacer ver que no es malo el tener aventuras y conquistas extramaritales. El amor conyugal entre católicos es un monopolio válido porque la única cadena lícita es la del amor.
No es por celos que una mujer se separa del marido infiel; es por dignidad.
Los hijos son don de Dios
Cuando ustedes se casaron por la Iglesia aceptaron tener los hijos que Dios les diera y esto no quiere decir que deban tener todos los hijos que puedan tener. Ni la Iglesia ni el Estado pueden decirle a los esposos cuántos hijos tener. Planear la familia es un deber de los cónyuges y deben afrontarlo con un criterio de generosidad al don de la vida. La Iglesia pide a los esposos una paternidad responsable y propone los métodos naturales como aptos para lograr este fin deseable.
Cada hijo es un don de Dios recibido con generosidad para integrar la familia; pero, a veces, en un determinado momento, los esposos no creen conveniente tener otro hijo. No es cuestión de gustos, ni del gusto de uno de los esposos; es una decisión que deben tomar ambos en un diálogo comprensivo. La salud de la esposa es razón suficiente para posponer el momento de tener otro hijo.
No es excusa para la infidelidad el hecho de que el marido quiera tener un hijo más, a como dé lugar, y como la esposa no se lo puede dar lo busque con otra mujer.
El divorcio afecta a los hijos
−Te presento a mi mamá y a Carlos, su nuevo esposo.
−¿Por qué le dices Carlos?, dile papá.
−No, porque es más fácil despedirme de un Carlos que de un papá.
Esta situación es cada vez más frecuente en nuestro México a pesar de ser católico.
Al grito de “tengo derecho de rehacer mi vida” le echamos a perder la vida a los niños, dándoles nuevas mamás y nuevos papás. Todo niño tiene derecho a su propio padre y a su propia madre. La indisolubilidad del matrimonio entre los católicos protege ese derecho de los hijos.
La irresponsabilidad de uno de los cónyuges, su egoísmo, su conveniencia, precipita el divorcio. El cónyuge inocente se verá ante la necesidad de comunicar esta realidad a los hijos y se le complica la situación cuando trata de salvar el amor que los hijos tienen al que se va.
¡Tan fácil que sería decirles: “tu papá se va de la casa porque ya tiene otra casa, otra mujer y otros hijos”! Pues, aunque no se lo digan, ellos no tardan en darse cuenta del verdadero motivo del abandono. Algunos lo comprenden y suelen perdonar. Otros hijos, lamentablemente, hasta lo justifican y lo aprueban.
La mujer sufre el abandono y la traición del esposo al que juró amar y ser fiel para toda la vida. El hijo sufre el tener que pedir como una limosna aquello a lo que tiene derecho: la presencia paternal.
Por más que digan que no, el divorcio daña seriamente a los hijos. Los marca para toda la vida.
¿Cómo se lo vas a decir a tu hijo?
No te eches la culpa de la decisión de tu esposo ni le eches la culpa a él. Sin decir mentiras comunícale a tu hijo la decisión que tu marido ha tomado. Tu esposo, desde luego, le dará su versión y el pobre niño jamás comprenderá por qué su hogar se deshizo. No permitas que te consideren culpable por haber actuado con dignidad y no haber aceptado un adulterio.
Tu vida en los años venideros será el mejor argumento de que tú eres inocente.
Sigue pidiendo por tu marido, por su salvación. Sigue amándolo y siéndole fiel: el hecho de que él cometa adulterio no te libera de tu promesa de fidelidad.
Padrinos
Tú puedes ser madrina de lo que quieras mientras no tengas un amante. La Iglesia pide para ser padrinos ser mayores de 16 años, haber recibido los tres sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y primera comunión) y ser bien casados o bien solteros. Tú eres bien casada. Tu marido ya no.
Cuando los inviten de padrinos, con sencillez explica que él no puede ya ser padrino porque decidió vivir en adulterio. Duele, pero es la realidad.
Enfrenta la vida
Comienzas una nueva etapa de tu vida. Sécate las lágrimas porque no te dejan ver con claridad. Exige, por tu hijo, que tu esposo cumpla sus obligaciones de padre. Busca un trabajo en el que no descuides la educación de tu hijo y acepta que eres una media naranja que lamentará siempre la ausencia de su otra mitad.
No aceptes volver a vivir con tu esposo mientras él no renuncié a su forma injusta de vivir. Por ningún motivo toleres su adulterio.
Acércate más a Dios y ábrete a la gracia y a las bendiciones que te seguirá dando mientras tú seas una esposa fiel y una madre responsable.
Que Dios te siga bendiciendo y fortaleciendo.
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Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
sábado, 27 de marzo de 2010
Diagnóstico del matrimonio
Con un lenguaje simple y apoyándonos de un símil actual, el autor nos propone la forma de que el diagnóstico sea adecuado para cualquier mal que se sufra como esposos y padres.
No tengo conocimientos de medicina, pero el sentido común me indica que para poder curar una enfermedad hace falta hacer un buen diagnóstico. Actuar dejándose llevar sólo por los síntomas o por lo que quiere el paciente, puede llevar al enfermo a un final catastrófico.
Las escuelas de negocio transmiten la importancia de la "toma de decisiones" y facilitan herramientas para intentar tomar siempre la mejor. Para tomar una decisión hace falta un estudio serio y profundo adaptado a la naturaleza e importancia de la decisión a tomar.
En ninguna de las dos situaciones que he planteado, medicina y empresa, se le ocurriría a nadie sensato tomar una decisión de manera superficial dejándose llevar, por ejemplo, por los sentimientos o las corrientes de opinión dominantes en la sociedad.
Pienso que hasta aquí puede haber un acuerdo bastante generalizado. El dolor y la fiebre son síntomas de que algo marcha mal. Es cierto que muchas veces el tratamiento consiste simplemente en atacar los síntomas, pero esto sólo se debe hacer cuando la enfermedad ha sido diagnosticada y es "benigna" y pasajera. El dolor y la fiebre pueden ser síntomas de una enfermedad grave y por ello no bastará con aliviarlos sino que habrá que ir a la raíz del mal.
Me sirve este símil para abordar la denominada crisis del matrimonio y la familia. Es un hecho incuestionable que está aumentando el número de divorcios, que disminuye el número de matrimonios y aumenta el de las relaciones de hecho, que se tienen menos hijos, que se está menos tiempo en casa y más en el trabajo.
Afirmar esto es sencillamente constatar que existen una serie de síntomas alrededor de la familia que nos llevan a poder afirmar que hay un problema, que las cosas no están yendo bien. Como en el caso de la enfermedad, se puede optar por intentar atajar los síntomas: liberalizando el divorcio, igualando el matrimonio con otros tipos de convivencia, dando una propina de 2.500 euros por tener un hijo, aumentando el número de guarderías y el horario de escuelas abiertas para que los padres puedan estar más tiempo en el trabajo, seguirán estando poco en casa. O se puede dar un paso más olvidando prejuicios ideológicos y sociales y buscar el origen real de las crisis para intentar solucionarlas o, mejor, prevenirlas.
El secreto es el amor
Pensemos qué es lo que caracteriza al matrimonio y la familia, no pensemos en matrimonios o familias concretas y conocidos sino en la idea, el concepto. El matrimonio y la familia es aquel lugar donde alguien nos espera más allá de fracasos y temores humanos. En la familia somos queridos y aceptados independientemente de lo que hagamos o seamos. Somos queridos y queremos de manera incondicional y es ahí dónde experimentamos lo liberador y grande que es el amor verdadero. Nadie nos ama y acepta como el cónyuge, prometo amarte en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida; nuestros padres o nuestros hijos.
Las estadísticas muestran un año tras otro que la gran mayoría de personas sitúan la familia como lo más querido, lo que les hace más felices. Pongan en el buscador de google las palabras "encuesta familia y felicidad" y verán el resultado.
Pero es que, independientemente de encuestas, la familia constituye el lugar ideal para que se den elementos tan fundamentales de la vida humana como son la fidelidad, la disponibilidad y la confianza. Quienes mejor pueden educar a los hijos son los padres, y no porque estén mejor o peor preparados sino porque les aman de manera incondicional. La base que necesita el ser humano para crecer y desarrollarse es la seguridad de saberse aceptado, querido y exigido.
La unión y el amor incondicional de un hombre y una mujer es tan fuerte que genera vida y no hay nada que de tanta seguridad como el saber que existes por amor, que no eres un verso suelto, que no apareciste de repente. Es cierto que hay personas que no han experimentado esto, pero se puede afirmar sin duda que el corazón humano lo añora.
Importancia de lo coyuntural
Lo fundamental en el matrimonio son la entrega, el amor, la relación de personas. Asuntos como los roles de marido y mujer, trabajar en casa o fuera y tantos otros, son aspectos coyunturales que, como ya se ha señalado, no afectan al fundamento ya que de hecho pueden variar con el paso del tiempo. Lo que nunca cambia es lo radical: el amor y la entrega al otro.
El origen de los fracasos matrimoniales, de la violencia doméstica, de los desencuentros, del bajo número de niños y de tantas otras calamidades no está en lo coyuntural sino en la dificultad del hombre actual para establecer relaciones personales y estables.
El diagnóstico sobre la enfermedad que afecta al matrimonio y la familia se sitúa en el ámbito personal, en lo que algunos han denominado individualismo atomista. Es este virus el causante de la enfermedad, y los síntomas los mencionados en el párrafo anterior.
Sólo rompiendo el caparazón del individualismo existe una posibilidad real de responder para poder así curar la enfermedad. Es necesaria una apertura a la verdad original que nos aporta la relación con otras personas. Es fundamental "volver en sí" y fomentar la esperanza de que existe un lugar donde identificarse como hijo y no como siervo al que se le valora por una simple función que realiza.
La cura de la enfermedad pasa por creer que lo mejor es posible y que está por llegar, que no todo vale lo mismo y que merece la pena darse por amor.
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Tomado del libro “la felicidad de andar por casa” de Aníbal Cuevas. Post de Fluvium.org .
Que el Señor los bendiga y los guarde…
Luis Antonio
viernes, 26 de marzo de 2010
Para ser verdaderos esposos… al principio y siempre
Cuando dos jóvenes llegan al matrimonio, en realidad se conocen poco. Tal vez ni se dan cuenta todavía de la magnitud de su amor.
El amor es una aventura que hay que descubrir y vivir cada día. Se necesita ir creciendo juntos, madurando juntos, para hacer de ese tú y de ese yo un nosotros.
Esta interacción no se puede dar en el silencio.
Lo que no se vale:
- Platicar sólo lo que se refiere a problemas urgentes o superficiales.
- Intentar una conversación única, de una vez para siempre, y si no resulta como deseamos, pues ya se acabó el asunto.
Lo que sí se vale:
En lugar de poner (con su silencio) una piedra más en el muro que les pueda separar en determinado momento:
-
Vaya avanzando poco a poco en el conocimiento mutuo, a través del entendimiento y la ayuda recíproca en las circunstancias de cada día.
-
Cada vez que usted encuentre un aspecto nuevo en la personalidad del cónyuge, sea cualidad, debilidad o defecto, hay que sorprenderse, desde luego, pero en seguida vuelva a decir ese sí te acepto, que pronunció el día de la boda.
-
Hágase a la idea de que ama y acepta a su pareja tal como es, sin pretender hacerla a su modo y su medida.
-
Comuníquese con su pareja diciéndole lo que es, lo que piensa, lo que siente y lo que desea hacer.
-
Escuche atenta y comprensivamente lo que el otro le quiere comunicar.
-
Evite hablar -sin finalidad alguna- sólo por no quedarse callado.
-
Evite buscar los defectos del otro solo para decírselos en forma hiriente.
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Evite desahogar su mal humor en su cónyuge, ya que con esto convertiría a su amor en un amor-tiguador.
-
Tenga una buena disposición para encontrar y aplicar diferentes alternativas para el mismo problema antes de estallar contra su familia; no busque culpables, busque soluciones.
-
Tenga mente positiva para escuchar realmente al otro con apertura y sin prejuicios, tal como él desea ser escuchado.
¿Que no hay temas por tratar?
Aquellas parejas que han llegado a esa crisis de silencio, dirán: ¿Cuáles son los temas de conversación entre nosotros? Absolutamente todo lo que sucede en la vida es tema de conversación.
No hay que esperar acontecimientos extraordinarios para dialogar, podemos empezar por nuestros deseos, ilusiones, problemas, triunfos, economía, trabajo, hijos, diversiones, vacaciones y más.
Muchas veces los pequeños detalles de cada día son los que nos permiten iniciar esa comunicación que nos hará descubrir en qué fallamos o en qué estamos mejorando. En ocasiones, el gran obstáculo es sencillamente la falta de ganas para platicar, porque hemos dejado entrar en nosotros el resentimiento por tantas situaciones conflictivas por las que hemos pasado y por tanto reproche mutuo.
Cuando es el disgusto lo que nos impide hablar, conviene tomar prácticamente todos esos motivos de enojo, amarrarlos en un paquete y guardarlos en lo más escondido de nuestros sentimientos, sin ninguna intención de sacarlos a relucir en cada momento. Una vez hecho esto, entonces sí se puede abordar cualquier tema, por insignificante que parezca, pero con la firme intención de hacer como que estamos platicando con una persona amiga o con alguien a quien acabamos de conocer, a fin de que no surjan - por ningún motivo - las desavenencias.
En el momento en que pareciera surgir alguna de ellas, es mejor abandonar rápidamente el diálogo, olvidar pronto el incidente y volverlo a intentar en una mejor y pronta ocasión.
¡Ya es tiempo!
¡Ya es tiempo de reflexionar y de actuar! En realidad siempre es tiempo de enderezar el rumbo, esté en la situación que esté, un matrimonio tiene mucho que ganar si decide luchar y darle la pelea a la crisis.
La recompensa es la felicidad conyugal, de los hijos y de quienes vivan cerca la familia.
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Autor: María Cristina M. de Almazán. - www.masalto.com
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Luis Antonio