miércoles, 21 de abril de 2010

Violencia juvenil… empecemos a educar bien

Hemos de averiguar las causas sin fijarnos sólo en la violencia vista en televisión, cine, videojuegos... Hemos de reconocer, por ejemplo, la prolongación extraordinaria de la etapa de la adolescencia, en la que por pura sobreprotección o individualismo egoísta es tan difícil construir una identidad y una personalidad coherente, esa que se entrena en la responsabilidad y el compromiso.

violencia juvenil Y no digamos si el ambiente o los hábitos de chicos y chicas están impregnados de promiscuidad sexual, conductas adictivas o drogas, situaciones que complican y condicionan totalmente el uso de la libertad. Es verdad que para educar hoy puede haber más dificultades, más fuentes de conflictos, pero no olvidemos que el cambio de ser una persona dependiente a independiente es preciso trabajarlo desde muy pequeños y es un trabajo de equipo. Y requiere tiempo, tiempo y paciencia.

Hemos de reconocer que las incongruencias extremas -incluso hechas ley- que observan nuestros jóvenes les deseducan gravemente. Pensemos, si no, en el desprecio práctico hacia los débiles, la fragilidad de las relaciones familiares, el jaleado relativismo, un consumismo desenfrenado... Todo eso se mezcla con soflamas de equidad, tolerancia, alianza de civilizaciones..., que son “adornos adultos” para un mundo ideal.

Además, la ausencia de reflexión provoca siempre una superficialidad y un desprecio por lo diferente o lo que no me gusta, que en muchos casos desemboca en violencia. Nuestros adolescentes y jóvenes necesitan responsabilidades que sean orientadas hacia otras personas. Que vean pasión, ternura y fortaleza, que descubran a los demás, que se abran al mundo, lejos de presiones que les llevan a confundir lo útil con lo honesto.

A veces, el mal ejemplo provoca en nuestros jóvenes el deseo de resolver sus preocupaciones de manera agresiva. Por ello, es preciso hablarles de trabajo bien hecho, sacrificio, responsabilidad, confianza, servicio, empatía, comprensión, solidaridad... Y evitaremos sentimentalismos y utilitarismos que fácilmente se pueden asentar en la familia y en las relaciones de amistad.

Por eso, hemos de facilitar ambientes donde se motive y trabaje una verdadera libertad, se viva con austeridad, fortaleza y verdadera humanidad. Cosa necesaria para el discernimiento y para asumir vínculos de calidad.

Urge ejercitarnos todos en las relaciones sociales, con diversidad en los pareceres y maneras de ser: socialización grupal básica que no olvidemos tiene su fundamento original en la familia. Siempre en un clima de confianza y transparencia, y evitar el freno que para un equilibrado desarrollo constituyen el individualismo y la falta de delicadeza en las relaciones personales. Y, para eso, padres y educadores hemos de estar muy bien preparados.

Pongámonos de acuerdo en que deberemos evitar que niños y jóvenes sean víctimas de la violencia, no es preciso vivir en un país en guerra, basta con unos padres trastornados o pasotas o un colegio sin disciplina; evitar el mercadeo sexual y las adicciones; atender adecuadamente a las familias desestructuradas, pues puede faltar un buen ambiente de hogar; y no fijar el trabajo o la exigencia personal en una competitividad salvaje que olvide la dignidad de las personas, pues de lo contrario la agresividad se convierte en medio necesario que pasa por encima de todo.

Ya va siendo hora de ejercitarnos en unas prácticas más saludables en las que podamos disfrutar y ser referencia para los más jóvenes. Por ejemplo, actividades deportivas, excursiones y paseos para estar más en contacto con la naturaleza, acciones de voluntariado y servicio material a los demás, visitas de cultura y arte, disfrutar del teatro, la música, la expresión plástica, el cine y la lectura.

Animemos a nuestro alrededor el hábito de pensar, argumentar y razonar; ejercitemos el buen humor y el respeto; tengamos la felicidad de los demás como objetivo real y concreto. Facilitaremos, entonces, que nuestros jóvenes puedan ver la vida con amplitud de miras, sin encorsetamientos. Sólo así van a conquistar la felicidad, después de una responsable elección. Esa es la clave del verdadero desarrollo de un país y de cada uno de sus ciudadanos.

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Este es un artículo de la especialista de la educación familiar Emili Avilés. Si desean comunicarse con ella su correo electrónico es emiliaviles@hotmail.com

Que el Señor los bendiga y los guarde…

Luis Antonio

sábado, 17 de abril de 2010

Es tiempo de cambiar

Familia, escucha la canción y hazla realidad en ti, en todos los que amas.

Es momento de recapacitar y tiempo de cambiar… es la oportunidad que se nos presenta el día de hoy, un recordatorio fantástico que no debemos dejarlo pasar.

 

Que el Señor los bendiga y los guarde…

Luis Antonio

27 consejos para ver televisión

Reproducimos este documento elaborado por FEDEPADRE porque estimamos que es de sumo interés: la lectura de estos 27 consejos nos puede hacer reflexionar sobre el buen uso de la televisión. Si lo seguimos, lograremos que la televisión sea un medio eficaz de información, formación y entretenimiento.

familia ve tele

1.- Los hijos deben ser enseñados por sus padres, tanto a ver espacios televisivos gratificantes y enriquecedores, como a no ver aquellos que le puedan degradar en su dignidad humana. Si los padres no enseñamos a ver televisión a nuestros hijos, ¿quién lo hará?.

2.- Tenemos que enseñar a los hijos a que no hay que “ver televisión”, sino que hay que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y discriminación, que nos habilitará para ver aquello que nos conviene y no mirar aquello que no nos conviene.

3.- Para crear un criterio de selección en el momento de ver televisión, debemos evitar tener encendida la televisión, cuando no hay nadie viendo un programa determinado.

4.- Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el mando a distancia. El “zapping”, o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección.

5.- Nuestros hijos no deben tener un aparato de televisión en su habitación ya que no sabemos lo que seleccionan y ven, incentiva el aislamiento, puede provocar una adicción a la televisión y es contrario a la vida de familia.

6.- Es conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene “su lugar” en vida familiar, junto a otras actividades.

7.- No use la televisión como una "niñera electrónica", dado que ella no cuida verdaderamente a nuestros hijos, especialmente si los dejamos ver "lo que están dando". Cuando ambos padres trabajan, este criterio es especialmente importante.

8.- La capacidad de imitación que tiene el niño debe ser orientada hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares y no hacia "héroes imaginarios", o personajes de poca ejemplaridad.

9.- Echarle la culpa a la televisión es la salida fácil. Los padres no debemos abdicar en la lucha para que en casa se vea buena televisión, teniendo siempre presente que nos corresponde a nosotros el deber y la responsabilidad formativa de nuestros hijos.

10.- Si puede, es muy conveniente que los padres acompañen a sus hijos a ver la televisión. De esta forma podremos conocer directamente los efectos que producen en nuestros hijos los programas que ven.

11.- No todos los programas dan lo mismo. Debemos preferir que en lo posible nuestros hijos vean aquellos espacios que tengan que ver con el desarrollo de valores, amor a la naturaleza, ocupación positiva del tiempo de ocio y cultivo de la cultura, a aquellos programas insustanciales o superficiales.

12.- No conviene dar por sentado que todos los programas llamados “infantiles” tienen un contenido adecuado. Los padres debemos orientar a nuestros hijos en este sentido, lo que nos obliga a informarnos adecuadamente al respecto.

13.- Los padres debemos informarnos del contenido de los programas de televisión. Cualquier espacio que incluya erotismo, sexualidad, violencia, maldad, permisividad, delincuencia, racismo, etc..., no es apto para niños. Y los padres deben saberlo, y evitar que sus hijos los vean. Para lograr esto, se pueden consultar las guías de calificación de la programación de la televisión o información adicional.

14.- Hay que tener presente que los hijos deben aprender los valores morales antes que nada en el ámbito de la familia, y en la convivencia con los demás, y no en los personajes y acciones de la televisión.

15.- Los padres de familia deben esforzarse por buscar alternativas a la televisión: deporte, visitas a museos y parques naturales, sesiones de teatro, proyección de videos, fomento de conversaciones familiares, y prácticas de acciones solidarias a favor de los demás.

16.- La "cultura de la imagen" debe llegar a los niños por medios que no sea exclusivamente la televisión, es decir, por fotografías, exposiciones, mapas y lectura.

17.- Inevitablemente habrá contenidos televisivos contrarios a los valores familiares. Es por ello que los padres debemos fomentar que los programas sean analizados y hablados en familia.  Esto no sólo enriquece a todos, sino que es una muy buena manera de dar un apoyo concreto a la educación de nuestros hijos, evitando que arraiguen malos contenidos televisivos en ellos.

18.- Las familias, poco a poco, pueden crear una videoteca con películas y documentales de interés para los niños.

19.- Los anuncios publicitarios pueden ser tan peligrosos como los malos programas de televisión. Los padres debemos estar muy atentos para que la televisión no convierta a nuestros hijos en personas superficiales o consumidoras de todo lo que se anuncia. Nunca hay que hacer caso de la publicidad de jugos que inciten a la violencia, a la discriminación, sexo y racismo.

20.- Ver o no ver televisión no debe convertirse para los niños en un premio o castigo.

21.- Los padres de familia, deben iniciar a sus hijos, según su edad y desarrollo, en una positiva y prudente educación sexual, que evite que una imagen distorsionada de la mujer y del sexo les sea trasmitida, poco a poco, por medio de la televisión.

22.- Los padres de familia debemos luchar para que cualquier espacio de televisión infantil, estructurado sin ética, sin respeto a los valores y a los derechos de los niños, sea retirado de la parrilla televisiva. La mala televisión infantil, o “programación basura” tiene su origen en el menosprecio a la dignidad del niño como persona.

23.- No debemos dejar que nuestros hijos vean televisión basura. Si estos programas de televisión son vistos por nuestros hijos, confundirán la realidad con la ficción, se desorientarán al valorar el sentido de la vida, e irán deformando su propia conciencia. Transigir con la mala calidad de aquellos programas de televisión inadecuados para los niños, dejándolos que los vean, equivale a transigir y hacerse cómplice de lo que distorsiona los valores y los derechos de la infancia.

24.- Los padres de familia debemos organizarnos para exigir una televisión, en horarios infantiles. Las actitudes groseras, los hábitos y comportamientos antisociales, las obscenidades del lenguaje, la pérdida del sentido de la autoridad, la vulgaridad y la frivolidad, la apología subliminal o directa de conductas reprochables, y cualquier menosprecio a la vida humana, deben ser erradicados, especialmente de los espacios que tengan a los niños como destinatarios.

25.- Ante una programación infantil con baja, discutible y reprobable calidad, los padres de familia pueden realizar una crítica constructiva en aquellos soportes o medios de comunicación que estimen más adecuados. Asimismo, debemos incentivar una buena televisión, resaltando sus buenos programas.

26.- Los padres de familia y educadores deben hacer comprender a los niños que la televisión no es imprescindible ni el único medio para llenar su tiempo libre.

27.- El ejemplo resulta una terapia eficaz. Si los padres ven mucha televisión, o televisión de mala calidad, ¡con qué criterio van a evitar que sus hijos vean aquellos programas negativos para ellos!.

FEDEPADRE es una asociación que reúne a más de 150.000 familias de Chile. Nació con el objetivo de apoyar a los padres y madres en diversos temas vinculados con la educación y la formación de los hijos y, en especial, en torno a los medios de comunicación.

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Que el Señor los bendiga y los guarde…

Luis Antonio

Cuidemos a nuestros hijos

Este video dice todo lo que tenemos que tener en cuenta sobre cómo proteger a nuestros hijos de los predadores sexuales.

20nov Seamos parte de esta campaña contra el abuso sexual infantil, venga de donde venga. Recordemos que la familia es el primer espacio de prevención, basados en una acertada comunicación, confianza y amistad entre padres e hijos evitaremos que nuestros hijos sean presa de esta gente enferma.

La amplitud del internet hace que se convierta en un espacio donde nuestros hijos pueden ser parte del comercio pornográfico. Parte de nuestra labor en casa es supervisar las páginas que visitan nuestros hijos, los amigos del chat, etc.

¡Estemos alertas!

 

 

Que el Señor nos proteja y nos guarde…

Luis Antonio

¿Estamos criando irresponsables?

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para que vayan a la escuela. Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono o conectados al Internet.

No se ocupan de que su ropa o su cuarto estén limpios y mucho menos mueve un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'. Para eso hay gente que lo hace.

Creen que es obligación darles su semana o mesada y aparte se quejan porque no les alcanza.

Los padres se sientes rendidos y aceptan estas actitudes en un mal entendido amor por los hijos. La tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles, para que su sueldo les quede "libre".

Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen el peor daño para esta generación.

¿En qué estamos fallando?

generacion-nini011 Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; los varones ayudaban en las tareas del hogar, hacían arreglos en la casa, las mujercitas aprendían a cocinar, a administrar un hogar, todo esto, aparte de su responsabilidad en la escuela. Posteriormente, muchachos y muchachas jóvenes salían a trabajar.

A esa generación, los padres les inculcaron el amor por el estudio, por el trabajo y les enseñaron el valor de la RESPONSABILIDAD.  Los prepararon para la vida.

Lo que ha pasado con las últimas generaciones, es que los padres se tomaron en forma equivocada un discurso que NO DIO RESULTADO:

 "Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé".

¿Porque ahora es tan malo para los padres enseñar a trabajar a los hijos?. ¿Porque están obsesionados con evitarles pasar trabajos?. ¿Será que el trabajo se ha convertido para los padres en un factor negativo?.

A raíz de ese equivocado discurso, estos muchachos nunca conocieron la escasez, nunca han sido  conscientes de que el  bienestar se logra con trabajo.  Se criaron desperdiciando. El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido y ellos aprendieron a vivir en una pensión en donde sin esfuerzo, tuvieron todo incluido, mientras los padres ingenuamente batallaban por aparentar que eso era un hogar.

Estudiaron en el exterior con el dinero de sus padres y regresaron orgullosos con la conquista de una pareja,  pero terminaron volviendo al hogar, con un divorcio a cuestas porque la cosa 'se les apretó' en su nueva vida, las responsabilidades los ahogaron y simplemente, ellos no fueron criados para pasar trabajo, ni para enfrentar las adversidades. Por ello, en cuanto un proyecto se pone difícil, la solución es abandonarlo.

Sus padres que siempre les quisieron evitar el trabajo, los convirtieron en inútiles.

Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros, a lustrar los zapatos o a pintar la cerca.  Un pago simbólico por eso va a construir en sus mentes  una relación entre trabajo y bienestar. El dinero no se da a los hijos solo porque sí.

Los padres deben fomentar en sus hijos desde temprano el sentido de  responsabilidad acorde a su edad, para que entiendan que la economía doméstica puede pasar por tiempos difíciles y que todos los miembros de la familia deben contribuir de una u otra forma a ella. Con ello, les estamos fomentando CONCIENCIA.

Imagine que usted falta hoy a sus hijos, no importa si les deja la fortuna más grande o los negocios mejor establecidos. Si no les ha enseñado a trabajar, no tendrán idea de cómo administrar esos bienes, no tendrán conciencia del valor de ese dinero, por lo que ese patrimonio seguramente se dilapidará.

Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente el camino fácil como padres fue darles todo lo que pidieron, creyendo que existe una relación entre lo que les compramos y el amor que nuestros hijos "deben" sentir por nosotros a cambio de ello. Nada más alejado de la realidad. Les estamos creando un entorno cada vez más deformante.

¡Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos en formación' pues ya los abuelos pagaron la transición... ¡

!Hagan de sus hijos personas fuertes, independientes, capaces de sobresalir en la adversidad!

¡PREPARENLOS PARA LA VIDA!

Cesar Mella. Psiquiatra

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Tomado del Boletín de la Asociación Familia Hoy.

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Que el Señor los Bendiga y los Guarde…

Luis Antonio

domingo, 11 de abril de 2010

Padre, hoy terminó mi matrimonio

Este es epistolario entre una mujer que habla de cómo su matrimonio terminó, lo que siente, sus pesares y miedos, y el sacerdote que le ofrece una repuesta esperanzadora pero a la vez firme y precisa según nuestra fe y el hecho de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo.

Muchas veces hemos sido testigos de historias como éstas. ¿Quizá hemos sido parte de una historia similar?. Lo importante es entender lo que se nos propone y el ideal de matrimonio por el que tenemos que luchar. Sé que es muchas veces difícil, pero no imposible.

Como esposos hemos pasado etapas de nuestro matrimonio de oscuridad y desconfianza, cosas por la que nos hemos arrepentido y seguimos adelante con la satisfacción de haber logrado logrado salvar aquella valla.

Leamos estas dos cartas e identifiquemos tanto los errores que como pareja podemos cometer. Más importante, hagamos nuestro el mensaje de esperanza que Padre Sergio nos ofrece a la luz del amor y el amor de Dios por nosotros.

Esta lectura está tomada de Católicos Hispanos…

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Estimado padre:

Hoy terminó mi matrimonio y tristemente no pude hacer nada para evitarlo. Él me culpa de no haber luchado lo suficiente para salvarlo. Mi inseguridad y mis celos echaron todo a perder. El intentarlo una y otra vez sólo me ilusionaba y, al final, terminaba otra vez herida y sufriendo muchísimo por recuperar el amor de mi esposo.

No fue posible; tampoco él no hizo nada para recuperar la confianza que se perdió, ni para ayudarme a creer otra vez. El amor que siento por él es más grande que nada en la vida, pero también el dolor y las heridas son muy profundas; todas sus palabras me han humillado, se ha burlado de mí, me ha utilizado, y sólo para vengarse por no haberle dado un hijo cuando quería.

Desesperación Hoy sólo me queda esperar el consuelo de Dios y la resignación para superar esto que me está matando de dolor. No sé qué hacer, cómo le digo a mi hijo de ocho años lo que está pasando, no sé cuándo sea el momento y cómo decirle que por mi culpa no voy a darle el hermanito que tanto deseaba, ya que por eso se esforzó para hacer su primera comunión. Además, ya tiene una hermanita de dos años, pero es de otra mujer, pues fue la venganza de su papá por no aceptar que yo no le diera un hijo —en su momento se lo expliqué, pero nunca entendió mis razones y me ha cobrado muy caro ese error—. Y a pesar de haber perdido un bebé, después de todo esto, lo culpo a él por haberme hecho enojar al irse con otra, sabiendo que estaba embarazada, y fue tanto mi enojo que aborté el dos de marzo del año pasado.

Ayúdeme padre, estoy totalmente desconsolada, desilusionada, se me va la vida, busco la forma de reponerme y no encuentro nada que me consuele. Veo a mi hijo y sufro más, le pido que por favor me conteste. Sé que no es posible recuperar mi matrimonio pues está muy deteriorado, desgastado por las mentiras, las ofensas y todo lo que hemos vivido. Quisiera pedirle a Dios que me devuelva al hombre del que me enamoré hace 11 años, con el que me casé enamorada para toda la vida, pero ya no puedo vivir así, sé que no es sano para nadie, y mas porque él ya no quiere nada conmigo, está harto de mi, de mi llanto cada vez que hablamos, de las discusiones, pero aún lo amo profundamente.

Le pido a Dios consuelo y que me reconforte de este dolor, que me lo saque del alma y me haga olvidarlo. Por favor padre, interceda por mí, que rectifique su actitud, que busque a Dios, que le ablande el alma, que lo deje entrar a su corazón y que le permita tener paz para que ya no le siga haciendo daño a nadie.

Ahora que mi hijo va a hacer la primera comunión, quizás Dios nos ha mandado muchas señales para rectificar nuestra vida, pero cómo podemos acercarnos a Dios si estamos separados. El sábado nos pidieron que acompañemos a una pareja como padrinos de velación en su boda, ¿cómo hacerle, qué hago padre?, yo estoy en la mejor disposición de aceptar la voluntad de nuestro Señor, pero ayúdeme a entender con sus oraciones y a saber qué hacer en estos casos. Espero su respuesta y discúlpeme por tantas molestias, gracias por atenderme.

Mi querida amiga:

El ideal de un matrimonio para siempre

matrimonio (1) Cuando un hombre y una mujer se presentan ante el altar para unir sus vidas, lo hacen para siempre, hasta que la muerte los separe, en la prosperidad y en la pobreza y en la salud y en la enfermedad. Ese es el ideal y no es inalcanzable, con la ayuda de Dios.

Los sacerdotes celebramos con relativa frecuencia bodas de plata y de oro, y damos gracias a los esposos por haber sabido ser signo del amor de Cristo a su Iglesia. El amor de Cristo no es voluble, es para siempre, pero también constatamos el divorcio, la separación, el abandono, el dolor de la infidelidad.

Un matrimonio ideal, para siempre, exige un gran esfuerzo sostenido de los esposos por seguirse amando cada día y supone, en el plan cristiano, una apertura a la gracia que Dios da a los esposos.

El egoísmo es el principal enemigo del amor conyugal. En el momento en que un cónyuge antepone su conveniencia a la de la familia, en ese momento fracasa el matrimonio. ¡Es difícil que dos sean uno!

La posibilidad del divorcio, en lo civil, facilita el abandono del empeño en salvar las dificultades que se van presentando a lo largo de la vida matrimonial, a pesar de que ambos esposos, cuando se casaron por la Iglesia, aceptaron que su matrimonio sería para siempre. Hacer fracasar un matrimonio por intereses propios denota, a fin de cuentas, falta de fe.

¿Celos o dignidad?

No te sientas culpable de haber hecho fracasar tu matrimonio. Posiblemente tengas tus defectos, pero no es un defecto exigir fidelidad al esposo. No son celos el enojo de una esposa cuando constata que ha sido engañada y rechaza al marido infiel: ¡es dignidad!

No se puede tolerar el compartir al esposo con otra mujer. Lamentablemente la pérdida de valores hace que se acepten situaciones injustas y se aprenda a vivir en la injusticia.

Conozco a una esposa que sabe que su marido tiene no una, sino varias amantes permanentes y, cuando le decimos que no acepte esa situación, nos contesta que a ella no le importa ¡que tiene el orgullo de haber sido la primera! Otra pobre mujer soporta que el marido le haya llevado a vivir a la amante en su misma casa, porque no tiene dinero para sostener dos casas. ¿Eso es amor?

El matrimonio exige exclusividad, por más que la vida moderna nos quiera hacer ver que no es malo el tener aventuras y conquistas extramaritales. El amor conyugal entre católicos es un monopolio válido porque la única cadena lícita es la del amor.

No es por celos que una mujer se separa del marido infiel; es por dignidad.

Los hijos son don de Dios

Cuando ustedes se casaron por la Iglesia aceptaron tener los hijos que Dios les diera y esto no quiere decir que deban tener todos los hijos que puedan tener. Ni la Iglesia ni el Estado pueden decirle a los esposos cuántos hijos tener. Planear la familia es un deber de los cónyuges y deben afrontarlo con un criterio de generosidad al don de la vida. La Iglesia pide a los esposos una paternidad responsable y propone los métodos naturales como aptos para lograr este fin deseable.

Cada hijo es un don de Dios recibido con generosidad para integrar la familia; pero, a veces, en un determinado momento, los esposos no creen conveniente tener otro hijo. No es cuestión de gustos, ni del gusto de uno de los esposos; es una decisión que deben tomar ambos en un diálogo comprensivo. La salud de la esposa es razón suficiente para posponer el momento de tener otro hijo.

No es excusa para la infidelidad el hecho de que el marido quiera tener un hijo más, a como dé lugar, y como la esposa no se lo puede dar lo busque con otra mujer.

El divorcio afecta a los hijos

−Te presento a mi mamá y a Carlos, su nuevo esposo.

−¿Por qué le dices Carlos?, dile papá.

−No, porque es más fácil despedirme de un Carlos que de un papá.

Esta situación es cada vez más frecuente en nuestro México a pesar de ser católico.

Al grito de “tengo derecho de rehacer mi vida” le echamos a perder la vida a los niños, dándoles nuevas mamás y nuevos papás. Todo niño tiene derecho a su propio padre y a su propia madre. La indisolubilidad del matrimonio entre los católicos protege ese derecho de los hijos.

La irresponsabilidad de uno de los cónyuges, su egoísmo, su conveniencia, precipita el divorcio. El cónyuge inocente se verá ante la necesidad de comunicar esta realidad a los hijos y se le complica la situación cuando trata de salvar el amor que los hijos tienen al que se va.

¡Tan fácil que sería decirles: “tu papá se va de la casa porque ya tiene otra casa, otra mujer y otros hijos”! Pues, aunque no se lo digan, ellos no tardan en darse cuenta del verdadero motivo del abandono. Algunos lo comprenden y suelen perdonar. Otros hijos, lamentablemente, hasta lo justifican y lo aprueban.

La mujer sufre el abandono y la traición del esposo al que juró amar y ser fiel para toda la vida. El hijo sufre el tener que pedir como una limosna aquello a lo que tiene derecho: la presencia paternal.

Por más que digan que no, el divorcio daña seriamente a los hijos. Los marca para toda la vida.

¿Cómo se lo vas a decir a tu hijo?

No te eches la culpa de la decisión de tu esposo ni le eches la culpa a él. Sin decir mentiras comunícale a tu hijo la decisión que tu marido ha tomado. Tu esposo, desde luego, le dará su versión y el pobre niño jamás comprenderá por qué su hogar se deshizo. No permitas que te consideren culpable por haber actuado con dignidad y no haber aceptado un adulterio.

Tu vida en los años venideros será el mejor argumento de que tú eres inocente.

Sigue pidiendo por tu marido, por su salvación. Sigue amándolo y siéndole fiel: el hecho de que él cometa adulterio no te libera de tu promesa de fidelidad.

Padrinos

Tú puedes ser madrina de lo que quieras mientras no tengas un amante. La Iglesia pide para ser padrinos ser mayores de 16 años, haber recibido los tres sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y primera comunión) y ser bien casados o bien solteros. Tú eres bien casada. Tu marido ya no.

Cuando los inviten de padrinos, con sencillez explica que él no puede ya ser padrino porque decidió vivir en adulterio. Duele, pero es la realidad.

Enfrenta la vida

Comienzas una nueva etapa de tu vida. Sécate las lágrimas porque no te dejan ver con claridad. Exige, por tu hijo, que tu esposo cumpla sus obligaciones de padre. Busca un trabajo en el que no descuides la educación de tu hijo y acepta que eres una media naranja que lamentará siempre la ausencia de su otra mitad.

No aceptes volver a vivir con tu esposo mientras él no renuncié a su forma injusta de vivir. Por ningún motivo toleres su adulterio.

Acércate más a Dios y ábrete a la gracia y a las bendiciones que te seguirá dando mientras tú seas una esposa fiel y una madre responsable.

Que Dios te siga bendiciendo y fortaleciendo.

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Que el Señor los bendiga y los guarde…

Luis Antonio

miércoles, 7 de abril de 2010

La Tarea de Educar

Este texto de San Juan Crisóstomo nos permite conocer lo que los Padres de la Iglesia pensaban y creían de lo que debería ser la tarea de educar a los hijos. Meditémoslo…

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Muy famoso por su elocuencia (Su apodo, Crisóstomo, significa ‘boca de oro’), lo que no le evitó sufrir el destierro, donde falleció. Se ocupó a menudo de temas relacionados con la educación, como en este comentario a la Epístola de San Pablo a los Efesios.

Frente al cuidado de los hijos -a su educación en la doctrina y enseñanzas del Señor-, todo lo demás sea para nosotros secundario. Si desde el principio enseñas al niño a ser sabio, adquirirá la mayor riqueza que existe y el más válido honor. Si le enseñas un arte, un oficio terreno para ganar dinero, haces menos por él que si le enseñas a no tener el dinero como único fin. Si quieres que sea rico, hazlo de este modo: no es rico el que dispone de mucho dinero y tiene de todo, sino el que no se crea necesidades. Enseña esto a tu hijo, edúcalo así: ésta es la mayor riqueza.

San_Juan_Crisostomo No busques por encima de todo que tenga prestigio, que llegue a ser ilustre en las ciencias terrenas. Preocúpate más bien de enseñarle a despreciar los honores de esta vida: de este modo llegará a ser más brillante, más venerado. Esto lo pueden hacer tanto el rico como el pobre; no se aprende de un maestro, al modo de un oficio, sino de las palabras divinas.

No te preocupes tanto de que tu hijo tenga una vida larga como de que alcance la vida inmortal en el Cielo, la vida sin fin. Dónale realidades grandes, no pequeñas. Escucha lo que dice Pablo: educadles en la doctrina y enseñanzas del Señor (Ef 6,4). No te centres en hacer de él una lumbrera, sino en enseñarle la sabiduría cristiana. Da lo mismo que no llegue a ser una lumbrera, pero si no posee la sabiduría cristiana toda la instrucción que haya recibido no le servirá para nada.

Hacen falta buenas costumbres, no discursos bonitos; modestia, no elocuencia; hechos, no palabras: son estas cosas las que nos obtienen el Reino y nos dan los verdaderas bienes. Por eso, antes de preocuparte de que tus hijos perfeccionen su lenguaje, ocúpate de que purifiquen su alma. Digo esto no para oponerme a que reciban una buena instrucción, sino para impedir que se tengan en cuenta solamente las realidades terrenas. No pienses que sólo los monjes tienen necesidad de educarse leyendo las Escrituras. Lo necesitan sobre todo los muchachos que van a entrar en la vida de este mundo. La nave que está siempre en el puerto no precisa de piloto y de remeros; éstos le hacen falta a la que está siempre en el mar. Así sucede con el laico y con el monje. Este último se encuentra como en un puerto de paz, conduce una vida tranquila, ajena a toda borrasca. El laico, en cambio, está continuamente en el mar y combate sin descanso contra el oleaje ( ... ).

Dime: ¿cuáles son las mejores plantas? ¿No son acaso las que tienen en sí su propia fuerza y no sufren daños ni por la lluvia, ni por el granizo, ni por el ímpetu de los vientos u otras circunstancias parecidas, sino que son fuertes aunque estén a la intemperie, sin necesidad de muros ni empalizadas? Así es el sabio cristiano, ésta es su riqueza: no tiene nada y lo posee todo; lo posee todo y no tiene nada.

El muro es siempre externo, no interior; la empalizada no es una cualidad natural, sino que está puesta alrededor. Por eso, San Pablo dice: educadles en la doctrina y enseñanzas del Señor. No os conforméis, pues, con ponerles alrededor una simple empalizada exterior: de bienestar material y de prestigio social. Pues cuando cae -y terminará cayendo- la planta queda desnuda y debilitada, y no sólo no le habrá traído ventajas haber pasado el tiempo en esa situación, sino que habrá quedado con daños. El recinto que le ha impedido reforzarse contra el ímpetu de los vientos, al caerse, arrastra a la planta consigo. Así, el bienestar material resulta nocivo, porque impide que el hombre se ejercite contra las dificultades de la vida.

educarhijo Hagamos a nuestros hijos capaces de resistir contra todo, de manera que no se desorienten ante ningún suceso. Eduquémosles en la doctrina y enseñanzas del Señor, y recibiremos a cambio grandes dones. Si los hombres que esculpen las estatuas de los reyes, o pintan sus retratos, gozan de tanto honor, nosotros que embellecemos una imagen regia -pues el hombre es imagen de Dios-, ¿no gozaremos de bienes inmensos si nuestra imagen logra una verdadera semejanza?

Esta verdadera semejanza es la virtud del alma, que se obtiene si educamos a los niños para que sean buenos, dominen la ira y olviden las ofensas: todas éstas son cualidades propias de Dios; enseñémosles, pues, a ser generosos, amantes de los demás hombres y para que estimen en nada las realidades transitorias. Sea ésta nuestra tarea: plasmarlos a ellos -y a nosotros mismos- en la rectitud, como es nuestro deber.

Homilías sobre la Carta a los Efesios, 21, 1-4.

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Actividad:

  1. Comparte en pareja respecto al cómo vienes educando a tus hijos el día de hoy.
  2. Crees que podemos relacionar las enseñanzas de San Juan Crisóstomo con la forma de educar

Que el Señor los bendiga y los guarde…

Luis Antonio