El relato de lo ocurrido me hace pensar seriamente acerca de la relación padres/hijos, tratando de entender si realmente somos nosotros, los padres, los que hemos fallado.
Una hija convive con el cadáver de su madre, viendo y sintiendo cómo se descompone al pasar los días. Consciente de esto, utiliza todo tipo de productos para minimizar el hedor. Crea historias para hacer ver que la mamá está realizando su vida normal. Durante todo ese tiempo la hija realiza su rutina diaria, se divierte, sale con los amigos, sube fotos a su muro en las redes sociales. No hay pisca de arrepentimiento, miedo, dolor. La muerte de su madre no afecta en nada su vida. Seguimos esperando saber si ella, la hija, es partícipe directa o no de la muerte violenta de su madre.
Un espacio dónde crecer como esposos y padres, buscando la felicidad en pareja y en familia junto a nuestros hijos, Don de Dios. Oremos diciendo "Señor Padre Celestial haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor". Juan Pablo II
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viernes, 14 de marzo de 2014
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