jueves, 25 de septiembre de 2025

“Tómalo como de quien viene y, a palabras necias, oídos sordos”. Del refranero que hemos olvidado o te han hecho olvidar

Cada uno, en su libertad, puede hacer de su vida lo que quiere, y de sus palabras, también. Reconociendo, sobre todo, que hay responsabilidades directas las cuales hay que afrontar.


De la abundancia del corazón habla la boca

Toda comunicación, verbal o no verbal, tiene manifiesta una intención clara: alabar, ofender, pedir disculpas, motivar, denigrar, construir o destruir; todo lo que quieras expresar como persona, tiene una intención. Es lo que llevas en el corazón, lo que te hace ser, te hace hablar, muestra lo que vives en ese momento, entre sentimientos, emociones, paradigmas sociales.

En el Evangelio de Lucas, capítulo 6, versículo 45 – Lc 6,45 – Jesús nos dice: “Así, el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene en su corazón, mientras que el malo, de su fondo malo saca cosas malas. La boca habla de lo que está lleno el corazón”. Las “cosas” que llevas en ese momento en tu corazón te llevan a expresar al mundo todo lo bueno que vives, así como todo “lo malo” que hay en él: heridas, resentimientos, odio, etc. Esa persona lo único que hará, mientras mantiene eso en el corazón, será lastimar al otro. Una palabra que denigra, insulta, lastima, es la forma de expresar su mundo interior herido.

La inteligencia emocional nos ayuda bastante al encontrarnos con seres así. Algo para tener en cuenta, las abuelas eran, por su experiencia de vida, masters en inteligencia emocional. Al momento de escuchar los pesares de la vida cuando alguien se metía con uno para burlarse y molestar – el bullying de hoy –, tomaba del refranero popular las palabras clave para saber sobrellevar lo que sucedía. Tómalo como de quien viene”. En la mayoría de las veces, por no decir en todas, funcionaba. Unida al famosísimo dicho de A palabras necias, oídos sordos”. Y la vida continuaba como si nada hubiera pasado. No dejaba marcas emocionales, heridas del corazón, la alegría del día se mantenía, claro, después de un momento de intensas emociones que posiblemente hubieran terminado en chócala para la salida; pero al final, seguías lúcido y sobre todo “más humano”, aún sin comprenderlo plenamente por la inmadurez del córtex prefrontal, eras libre y feliz.

Entonces, la inteligencia emocional nos da mayor luz al respecto. Cuando la persona está lastimada, lastima a los demás. Cuando una persona se sabe querida aprende a querer a los demás, expresando todas aquellas virtudes humanas que muestran el ser quién eres: saluda, respeta, es amable, prudente, acepta las circunstancias y aprende a ser feliz en medio de ellas, etc. La persona al hablar, expresa lo íntimo de su ser. Esa persona que grita, insulta, denigra, es violenta en sus palabras, muestra el dolor de su ser. La persona con inteligencia emocional elevada entiende eso, y no se lo toma personal, porque entiende que el problema es de la otra persona, aquella persona herida, muy herida.

El inteligente emocional simplemente responde dejando ser a esa persona, dejándola pasar por la vida; sabe que no es su problema en ese momento, no se “toma a pecho” lo escuchado, no se “indigna”, sigue su camino, no “choca con ella”; y si es cristiano aún, pide por esa persona para que encuentre el descanso en Jesús que es Camino, Verdad y Vida. Porque no le corresponde, en ese momento, reparar el corazón de esa persona. Tampoco, a través de leyes humanas que cancelan, ni menos con el “carga montón virtual” del que hemos sido testigos entre la perplejidad, el asombro y hasta con cierta tristeza, verificando la supina ignorancia emocional que muchos peruanos manifiestan. Olvidando que la única acción valedera es cuidar de nosotros mismos para no terminar como un ser herido o un indignado social que termina mostrando también, las heridas de su corazón encubiertos en su “superioridad moral”.

Frente a esto, tres ideas a tener en consideración.

·        Primera. En el Evangelio de Juan – Jn 8,1-11 –, se cuenta la historia de la mujer que fue encontrada en adulterio, presentada a Jesús, y buscando una manera de denunciarlo por no cumplir la Ley, el Hijo del Hombre nos muestra la Misericordia como el único gran camino para reconocer el pecado y sus efectos en la persona que nos aleja de Dios y de los hermanos; pero, sobre todo, el reconocer cuán hipócritas podemos llegar a ser al sentirnos impolutos, superiores, dignos de indignarse, para tener el “derecho” de lapidar al otro por su falta y pecado. El mal uso de la libertad tiene sus consecuencias, pero la Gracia de la Misericordia, más allá de la ley humana, lo que logra es sanar, convertir, liberar. “Quien esté libre de pecado, tire la primera piedra”. “Yo tampoco te condeno, ve, y no peques más”. Claro es Jesús, la mayor expresión de inteligencia emocional en su dimensión humana. Quien, por sus heridas, lastimó o denigró, tiene todo el derecho de ser comprendida y perdonada, no lapidada, más allá de la responsabilidad social que enfrente.

·       Segunda. La “ignorancia emocional”, motivada por la cultura de la cancelación, del “indignado social” gracias al pensamiento único y el Wokismo existente en lo social, político y hoy judicial, lleva a muchos a ser ese “que tiene el derecho de lanzar la piedra – y de paso esconde “la mano” en medio del ruido de la indignación”. No sólo fue lapidada con la piedra del “odio, resentimiento, complejo de inferioridad” a través de la “palabra virtual” que acusa, desmerece, hiere o mata – yendo en contra del V Mandamiento –; sino, que se dieron el “lujo” de exponer toda la información referente a esta persona y su familia, quizá motivados por los “maestros de la ley y fariseos de hoy”.

·        Tercera. El pensamiento único que impone referentes sociales que cancelan, una muestra del progresismo, de la revolución cultural marxista, del Wokismo que polariza; se convierte en el único capaz de “proteger y librar” a la sociedad de todo aquello que considera que va en contra de sus postulados, y en este caso específico, de racismo y discriminación. El Ingsoc y su Gran Hermano disponen el qué pensar y el qué decir, el qué sentir y el qué hacer. No le importa la persona como tal, sólo importa el cómo actuar según sus “mandamientos” sociales. Todo lo contrario, lleva a la cancelación, la indignación, la lapidación virtual, la muerte civil y social. No le importa lo que siente, lo que importa es cómo te expresas en medio de la sociedad según sus postulados, sino, serás cancelado.

Hoy será la cancelación de aquella persona que se permitió mostrar sus heridas y su humanidad, y porque te indignaste y mostraste al mundo tu ignorancia emocional, algo diseñado y aprendido gracias al pensamiento único. Mañana, quizá te conviertas en un tirapiedras virtual o de la calle porque te indignaste con alguien que te muestra la verdad verdadera. No lejos están los días, entonces, que pronunciar la Verdad que viene del mismo Jesús a través de su Iglesia sea óbice para el Ingsoc y su misión de “proteger a todos” bajo sus dogmas, y declare la cancelación de la fe y las formas de expresarla. La ignorancia emocional será la expresión de esta humanidad deshumanizada. Y quien se atreva a mostrar su mundo interior, y más aún, quienes sólo se avoquen a comprender a quienes se equivocaron y pasen sin “indignarse” y sigan su vida buscando la felicidad y la trascendencia, serán destruidos también, por esa obediencia ciega que muestra el “amor incondicional” al Gran Hermano de hoy, porque lograron “controlar” hasta lo que puedas pensar y sentir.

Al final, tómalo como de quien viene y sé feliz, una virtud que tambien tratarán de controlar. No los dejes. La base de la inteligencia emocional está en el logro de la felicidad, y el amor y el perdón son dos pilares fundamentales. No los dejes convertirte en un “ignorante emocional”. Perdona y sigue adelante, tratarán de que no seas misericordioso. No los dejes. Comprende a quien lleva heridas en el corazón, pide por él, sigue adelante, que tratarán de quitarnos lo humano y divino de nuestro ser. No los dejes. No los dejes imponer sus errores – dogmas – sociales. No los dejes.

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