Cada uno, en su
libertad, puede hacer de su vida lo que quiere, y de sus palabras, también.
Reconociendo, sobre todo, que hay responsabilidades directas las cuales hay que
afrontar.
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De la abundancia del corazón habla la boca |
Toda comunicación,
verbal o no verbal, tiene manifiesta una intención clara: alabar, ofender, pedir
disculpas, motivar, denigrar, construir o destruir; todo lo que quieras
expresar como persona, tiene una intención. Es lo que llevas en el corazón, lo
que te hace ser, te hace hablar, muestra lo que vives en ese momento, entre
sentimientos, emociones, paradigmas sociales.
En el Evangelio de
Lucas, capítulo 6, versículo 45 – Lc 6,45 – Jesús nos dice: “Así, el hombre bueno saca cosas buenas del
tesoro que tiene en su corazón, mientras que el malo, de su fondo malo saca
cosas malas. La boca habla de lo que
está lleno el corazón”. Las “cosas” que llevas en ese momento en tu
corazón te llevan a expresar al mundo todo lo bueno que vives, así como todo “lo
malo” que hay en él: heridas, resentimientos, odio, etc. Esa persona lo único
que hará, mientras mantiene eso en el corazón, será lastimar al otro. Una
palabra que denigra, insulta, lastima, es la forma de expresar su mundo interior
herido.
La inteligencia
emocional nos ayuda bastante al encontrarnos con seres así. Algo para tener en
cuenta, las abuelas eran, por su experiencia de vida, masters en inteligencia
emocional. Al momento de escuchar los pesares de la vida cuando alguien se
metía con uno para burlarse y molestar – el bullying de hoy –, tomaba del
refranero popular las palabras clave para saber sobrellevar lo que sucedía. “Tómalo
como de quien viene”. En la mayoría de las veces, por no decir en
todas, funcionaba. Unida al famosísimo dicho de “A palabras necias, oídos sordos”.
Y la vida continuaba como si nada hubiera pasado. No dejaba marcas emocionales,
heridas del corazón, la alegría del día se mantenía, claro, después de un
momento de intensas emociones que posiblemente hubieran terminado en “chócala
para la salida”; pero al final, seguías lúcido y sobre todo “más humano”,
aún sin comprenderlo plenamente por la inmadurez del córtex prefrontal, eras
libre y feliz.
Entonces, la
inteligencia emocional nos da mayor luz al respecto. Cuando la persona está
lastimada, lastima a los demás. Cuando una persona se sabe querida aprende a
querer a los demás, expresando todas aquellas virtudes humanas que muestran el
ser quién eres: saluda, respeta, es amable, prudente, acepta las circunstancias
y aprende a ser feliz en medio de ellas, etc. La persona al hablar, expresa lo
íntimo de su ser. Esa persona que grita, insulta, denigra, es violenta en sus
palabras, muestra el dolor de su ser. La persona con inteligencia emocional
elevada entiende eso, y no se lo toma personal, porque entiende que el problema
es de la otra persona, aquella persona herida, muy herida.
El inteligente emocional
simplemente responde dejando ser a esa persona, dejándola pasar por la vida;
sabe que no es su problema en ese momento, no se “toma a pecho” lo escuchado,
no se “indigna”, sigue su camino, no “choca con ella”; y si es
cristiano aún, pide por esa persona para que encuentre el descanso en Jesús que
es Camino,
Verdad y Vida. Porque no le corresponde, en ese momento, reparar el
corazón de esa persona. Tampoco, a través de leyes humanas que cancelan, ni
menos con el “carga montón virtual” del que hemos sido testigos entre la
perplejidad, el asombro y hasta con cierta tristeza, verificando la
supina ignorancia emocional que muchos peruanos manifiestan. Olvidando
que la única acción valedera es cuidar de nosotros mismos para no terminar como
un ser herido o un indignado social que termina mostrando también, las heridas
de su corazón encubiertos en su “superioridad moral”.
Frente a esto, tres ideas a tener en consideración.
· Primera. En el Evangelio de Juan – Jn 8,1-11 –, se cuenta la historia de la mujer
que fue encontrada en adulterio, presentada a Jesús, y buscando una manera de
denunciarlo por no cumplir la Ley, el Hijo del Hombre nos muestra la Misericordia como el único gran camino
para reconocer el pecado y sus efectos en la persona que nos aleja de Dios y de
los hermanos; pero, sobre todo, el reconocer cuán hipócritas podemos llegar a
ser al sentirnos impolutos, superiores, dignos de indignarse, para
tener el “derecho” de lapidar al otro por su falta y pecado. El mal uso
de la libertad tiene sus consecuencias, pero la Gracia de la Misericordia, más
allá de la ley humana, lo que logra es sanar, convertir, liberar.
“Quien esté libre de pecado, tire la primera piedra”. “Yo tampoco te condeno,
ve, y no peques más”. Claro es Jesús, la mayor expresión de inteligencia
emocional en su dimensión humana. Quien, por sus heridas, lastimó o denigró,
tiene todo el derecho de ser comprendida y perdonada, no lapidada, más
allá de la responsabilidad social que enfrente.
· Segunda. La “ignorancia emocional”, motivada por la cultura de la
cancelación, del “indignado social” gracias al pensamiento único y el Wokismo existente
en lo social, político y hoy judicial, lleva a muchos a ser ese “que
tiene el derecho de lanzar la piedra – y de paso esconde “la mano” en medio del
ruido de la indignación”. No sólo fue lapidada con la piedra del “odio,
resentimiento, complejo de inferioridad” a través de la “palabra virtual” que
acusa, desmerece, hiere o mata – yendo en contra del V Mandamiento –; sino, que
se dieron el “lujo” de exponer toda la información referente a esta persona y
su familia, quizá motivados por los “maestros de la ley y fariseos de hoy”.
· Tercera. El pensamiento único que impone referentes sociales que cancelan, una
muestra del progresismo, de la revolución cultural marxista, del Wokismo que
polariza; se convierte en el único capaz de “proteger y librar” a la
sociedad de todo aquello que considera que va en contra de sus postulados, y en
este caso específico, de racismo y discriminación. El
Ingsoc y su Gran Hermano disponen el qué pensar y el qué decir, el qué sentir y
el qué hacer. No le importa la persona como tal, sólo importa el cómo actuar según
sus “mandamientos” sociales. Todo lo contrario, lleva a la cancelación, la indignación,
la lapidación virtual, la muerte civil y social. No le importa lo que siente, lo
que importa es cómo te expresas en medio de la sociedad según sus postulados,
sino, serás cancelado.
Hoy será la cancelación de
aquella persona que se permitió mostrar sus heridas y su humanidad, y porque te indignaste y mostraste al mundo tu ignorancia
emocional, algo diseñado y aprendido gracias al pensamiento único.
Mañana, quizá te conviertas en un tirapiedras virtual o de la calle porque
te indignaste con alguien que te muestra la verdad verdadera. No lejos están
los días, entonces, que pronunciar la Verdad que viene del mismo Jesús a través
de su Iglesia sea óbice para el Ingsoc y su misión de “proteger a todos” bajo
sus dogmas, y declare la cancelación de la fe y las formas de expresarla. La
ignorancia emocional será la expresión de esta humanidad deshumanizada.
Y quien se atreva a mostrar su mundo interior, y más aún, quienes sólo se
avoquen a comprender a quienes se equivocaron y pasen sin “indignarse” y sigan
su vida buscando la felicidad y la trascendencia, serán destruidos también,
por esa obediencia ciega que muestra el “amor incondicional” al Gran Hermano de
hoy, porque
lograron “controlar” hasta lo que puedas pensar y sentir.
Al final, tómalo como de
quien viene y sé feliz, una virtud que tambien tratarán de controlar. No los dejes.
La base de la inteligencia emocional está en el logro de la felicidad, y el
amor y el perdón son dos pilares fundamentales. No los dejes convertirte en un “ignorante
emocional”. Perdona y sigue adelante, tratarán de que no seas misericordioso. No
los dejes. Comprende a quien lleva heridas en el corazón, pide por él, sigue
adelante, que tratarán de quitarnos lo humano y divino de nuestro ser. No los
dejes. No los dejes imponer sus errores – dogmas – sociales. No los dejes.
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