Pero, ¿por qué buscar la mirada de Dios hoy?. Hemos perdido mucho de nuestra fe, por muchos y muchos motivos y razones. Es necesario recuperarlo por el bien personal, conyugal y familiar en nuestro caso. Es necesario para dejar de ser indiferentes frente al dolor del otro, la necesidad del otro, y sobre todo, dejar de ser indiferentes al amor de Dios manifestado en Jesucristo.
El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Comparto este excelente artículo del P. Roberto Visier publicado en el portal Religión y Libertad que nos introduce de lleno en la necesidad de vivir a plenitud esta propuesta que nos lleva a hurgar en lo más recóndito del corazón esa primera llama de esta fe prendida por nuestros padres.
Seguramente nos hemos dado cuenta de que la intención del Papa al convocar el año de la fe, es impulsar la nueva evangelización del occidente cristiano. Más que hacer una reflexión sobre lo que significa creer, lo cual es también muy necesario y se hará, el Pontífice parece gritar de mil modos distintos: volvamos a la fe, recuperemos nuestra confianza en Dios, vivamos con intensidad nuestro cristianismo, y sobre todo llamemos a la puerta del corazón de todos los que tenemos a nuestro lado e invitémosles a volver su mirada hacia Dios, hacia Jesucristo que nos muestra el verdadero rostro de Dios. Vivir el año de la fe es vivir con fe. Se trata de sacudir la indiferencia de los que se confiesan indiferentes y sobre todo de los que viven con esta actitud sin ni siquiera ser conscientes de ello; especialmente de los creyentes dormidos, perezosos, inactivos.
El año de la fe debería derrumbar dos muros. Primero el de la ignorancia religiosa que el Papa ha llamado analfabetismo religioso y que revela dos grandes fracasos de la Iglesia de occidente en los últimos decenios: la catequesis y la enseñanza de la religión en la escuela. Las jóvenes generaciones adolecen de un desconocimiento de Dios y de la fe católica terrible. Millones de bautizados desconocen casi totalmente su fe. Están llenos, en cambio, de prejuicios de todo tipo contra el clero, la enseñanza de la Iglesia, lo que les conduce a vivir como si no tuvieran fe, incluso confesándose abiertamente creyentes.
Algunos han hablado de la pérdida de la fe teologal a favor de una fe solamente religiosa. Esto quiere decir que muchísimos católicos no son ciertamente ateos, en su pensamiento Dios existe y aceptan a Jesucristo y la Biblia como un libro sagrado, pero poco más. Se sienten pertenecientes a una cultura que es cristiana desde hace siglos, no tienen inconveniente en bautizar a sus hijos y en rezar de vez en cuando un padrenuestro y un avemaría, pero no les pidas más. En este sentido son gente “religiosa”. A pesar de esta delgada capa de barniz cristiano, Dios está muy lejos, Jesús es un personaje del pasado, la enseñanza de la Iglesia está desfasada y no tienen tiempo ni para ir a Misa ni para entrar en una vida espiritual seria. Por supuesto, sus criterios y su estilo de vida no tienen nada que ver con el evangelio de Jesucristo.“Las jóvenes generaciones adolecen de un desconocimiento de Dios y de la fe católica terrible”.
Éste sería el segundo muro que es necesario derribar: la cobardía de los creyentes, incluso de muchos que tratan de vivir una fe teologal, pero que se sienten acoquinados ante un mundo cada vez más hostil, donde es cada vez más difícil hablar de Dios sin ser atravesado con miradas airadas o burlescas, o amedrentado con palabras hirientes que descalifican sin ofrecer argumentos o aluden a los mil prejuicios contra Dios, la religión o la Iglesia cacareados por los medios y aceptados como dogmas incontrovertibles.
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Nos toca en este año cultivar la fe en familia, comunidad de vida y de amor, que recibe la misión “de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (Juan Pablo II, “Familiaris Consortio” n. 17). Es una comunidad que busca vivir según el Evangelio, que vibra con la Iglesia, que reza, que ama.
Ese es nuestro reto. Este año viviremos nuestra misión de evangelizar entre esposos y padres que sientan la necesidad de agrandar su Fe. ¿Quieres ser parte de esta ola?.
Que el Señor los Bendiga y los Guarde…
Luis Antonio
Reciban muchisimas bendiciones desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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