viernes, 14 de marzo de 2014

¿En qué nos equivocamos?

El relato de lo ocurrido me hace pensar seriamente acerca de la relación padres/hijos, tratando de entender si realmente somos nosotros, los padres, los que hemos fallado.

Una hija convive con el cadáver de su madre, viendo y sintiendo cómo se descompone al pasar los días. Consciente de esto, utiliza todo tipo de productos para minimizar el hedor. Crea historias para hacer ver que la mamá está realizando su vida normal. Durante todo ese tiempo la hija realiza su rutina diaria, se divierte, sale con los amigos, sube fotos a su muro en las redes sociales. No hay pisca de arrepentimiento, miedo, dolor. La muerte de su madre no afecta en nada su vida. Seguimos esperando saber si ella, la hija, es partícipe directa o no de la muerte violenta de su madre.


Las notas periodísticas, las declaraciones policiales, nos dan pie para poder crear un contexto acerca de la relación padres e hija. Un padre mayor y enfermo, ausente del acompañamiento al que nos debemos con nuestros hijos. Por otro lado, insultos, golpes, falta de respeto un común denominador entre madre/hija. Reproches de la madre por la muerte de un hijo en un accidente, echando la culpa a la hija. El detonante, encontrar a la hija con su enamorado dentro de la habitación. Imaginemos la escena. La sorpresa derivó en insultos y violencia. Alguna palabra pudo haber detonado en la mente de los jóvenes esa inexplicable reacción de golpearla. No sabemos qué pasó en realidad, lo único hasta el momento real es que una madre murió frente a su hija.

Durante el encuentro que tengo con padres de familia en jornadas, retiros, escuela de padres, conversamos sobre la forma de cómo criamos, acompañamos, brindamos felicidad y amor a nuestros hijos. Unos reconocen ser padres complacientes con sus hijos. Otros son más chapados a la antigua. Otros padres aducen que prefieren ser más amigos de sus hijos. Todos concuerdan que la autoridad que un padre refleja ya no es la de antes. Razones, muchas más de las que podamos enumerar en este espacio.

Cuando perdemos la visión de lo que realmente es ser padres, perdemos todo. Sobre esta triste historia, aquí lo que pudo haber pasado es la pérdida hace tiempo del rol de madre convirtiéndose en un monólogo, en un constante reproche, en una eterna pelea con la adolescente. La frustración, la ira, el no saber actuar como madre, los insultos, todo eso generaron el alejamiento cada vez más pronunciado entre madre e hija. El no poder corregir porque la autoridad se perdió o porque quizá nunca se dio, manifestaron más ese resentimiento entre ambas. Ya no había amor, el amor fracasó.

Ser padres es una responsabilidad, amar a nuestros hijos una obligación, acompañarlos, respetarlos, inculcarles los valores humanos, cristianos, una necesidad. Ser padres es el Don inconmensurable que se nos brinda, el mismo que debemos hacer realidad con nuestro ejemplo de vida. Ser padres es una vocación que debe crecer día a día. Cuando no entendemos esto, cuando dejamos pasar la vida dejando de lado nuestra responsabilidad, perdemos a los hijos.

Los padres sabemos que es mejor un beso que una cachetada. Los padres sabemos que decir “te amo, te quiero, te necesito, eres lo más grande de mi vida”, alimenta la relación con los hijos. Los padres sabemos que nuestro ejemplo es lo único que logrará ellos  encuentren su propio camino en la vida. Los padres sabemos que la autoridad es necesaria, y que frente a cualquier falta estaremos prestos a corregirlos. Todo padre sabe que es importante brindarles a nuestros hijos seguridad durante el tiempo que están a nuestro lado, para que ellos puedan ir logrando y descubriendo sus capacidades innatas.


Si nos equivocamos en el rol de padres, perderemos a nuestros hijos. Pero te digo y te aseguro que estamos a tiempo de enmendar camino para no sentir que nos equivocamos. Que es preciso darnos cuenta que es necesario enriquecer la relación con nuestros hijos. Un te quiero, un beso, valen mucho más que un Smartphone o una Tablet. Si nos damos cuenta que debemos hacer un alto porque nuestra relación padres/hijos no es la adecuada, habremos empezado a pensar como verdaderos padres. Es el momento.

Que el Señor los Bendiga y los Guarde.

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